A contra A

MIRADA

Posted in MIRADA by AcontraA on 27 May, 2010

No hubiera hecho falta que hablaras… Tus ojos hablan de vida, de caricias al aire, de sabiduría, de cicatrices, de letras, de sueños vagos, de caminos rotos y desgastados, de sonrisas torcidas, de secuencias perdidas y encontradas, de ganas de mí, de escaleras de vértigo, de ganas de ti mismo, de ansias de encontrarte entre todas las piezas que ahora se esparcen sobre una mesa a la que nadie se sienta… Puedo colocar esa pieza, pero antes he de encontrar el guante de raso apropiado, no quiero que se resbale entre mis dedos…   Hasta entonces soñaré despierta mientras te miro…

«Kaos»

Posted in KAOS by AcontraA on 12 abril, 2010

-Te habla tu voz interior…

-¿Y esa presentación?

-Mira, una, que se ha despertado hoy con aires de grandeza…

-Me parece muy bien, pues nada, a seguir así…

-No vas a preguntarme el por qué…

-No.

-Eres una borde. Teniendo en cuenta que lo único que estás haciendo ahora mismo es tomarte un café, podrías prestarme un poco de atención… Me conformaría con la misma que le prestas a esa taza…

-No.

-Vaya, tenemos mañana monosilábica…

-Sí.

-Me estás poniendo nerviosa…

-Bien.

-Ufff… Pues nada, te lo voy a decir… Me he levantado con aires de grandeza porque me he dado cuenta de que soy lo único que tienes…

-¿Si?

-Sí. Tú piensas que tienes valor para enfrentarte a cualquier situación, pero si supieras que se piró hace ya dos semanas… Hizo las maletas y te abandonó… Intento informarte de cómo andan las cosas por aquí dentro…

-Bien.

-Sí sí, tú sigue con monosilábicos y verás cómo termina esto. Te doy un consejo, no cabrees a lo único que tienes… Hazte un favor anda….

-Vale.

-¡Dos sílabas! Campeona, vamos avanzando…

-Bueno…

-Bueno, sí… Bueno estaba y se piró… Te has quedado sin valor guapa…

-No.

-Que sí, que sí… Que hace dos semanas hizo las maletas y llevaba equipaje para doce vidas… Me ha dicho La Cobardía que estaba cansado de que no lo llamaras… Parece que estaba algo depre y aburrido… Y claro, desde que se ha ido, La Cobardía anda ocupando todo el espacio, el de él y el de ella… a sus anchas… Una separación nada justa…

-¿Y?

-Nada, que al final se van a pirar todos… Si vieras a La Conciencia… No sé si está muerta o se hace la dormida… Últimamente La Pereza anda haciendo de las suyas por aquí cerca… Creo que la ha envenenado… Mira, la situación se está poniendo chunga. A este paso, lo que te digo, solo te  quedaré yo…

– Claro… Solo tú… La más cuerda y sensata de todos…

-Pues de cuerdos no andamos con excedente que digamos… La Cordura se ha instalado en el límbico y sufre de epilepsia, tendrías que verla… Pobre, no hay quien la saque de ahí, se ha encadenado…  Y claro, aquí yo a intentar poner orden a todo…

-Bueno, no será para tanto. Gracias por todo lo que estás haciendo… No me hagas reír anda… Recuerda que de peores hemos salido…

-Recuerda, sí, que fácil decirlo… Puestos a recordar te diré que eso aquí dentro es complicado… A ver si empiezas a comprender… Los recuerdos últimamente son enviados desde la zona alta del cerebro hasta el límbico, y como conducto tenemos uno de esos tubos de escombros… Y ahí van… Directos… Y claro, ahí los espera La Cordura con la boca abierta, se los traga y ataque epiléptico al canto… ¡¿Te lo puedes creer?!

-No.

-Claro, no te lo crees porque tu incredulidad anda campando a sus anchas junto a La  Pereza y a La Cobardía… Y están entregando panfletos… Tendrías que verlas, menuda campaña… Lo han llenado todo de pancartas, globos y altavoces… Aquí no hay quien tenga un segundo de paz.

-Pues yo estoy muy tranquila….

-La tranquilidad es precisamente el patrocinador de la campaña… ¡Tranquilidad ante una vida de Incredulidad, Pereza y Cobardía! Suena chulo, pero a mí no me convencen… Estos políticos siempre mienten…

-Bueno, no siempre…

-Estos sí, siempre, de hecho tienen a La Sinceridad secuestrada, todos lo sabemos, pero no decimos nada  por miedo a las represarías… Sospechamos que la tienen escondida en el tímpano del oído izquierdo… Esa pista nos la diste tú porque andas un poco teniente del mismo desde hace justo una semana; desde el día en que ella desapareció… Pobre Sinceridad, con lo maja y lo imprevisible que era, con los buenos ratos que nos ha hecho pasar…

-Estás loca… Menudas historias que te montas para no aburrirte… Hay que ver, estás para encerrarte…

-No, por eso no te preocupes, que ando y andaré aquí encerrada siempre… Pero loca no, eso sí que no… Ahora, yo de ti me andaría con ojo. Te has librado de La Locura porque anda desde hace años de luna de miel con el elemento del Orgullo… Se conocieron la tarde que decidiste no volver a ver a ese ex tuyo del que mejor no hablar…  Vamos, se puede decir que el orgullo nos salvó de acabar luciendo una de esas camisas llenas de cinturones… Pero cualquier día vuelven…  La Curiosidad vino a hacerme una visita hace poco y me dijo que andaban preparando el viaje de vuelta, pero que antes de volver querían conocer cómo se siente uno en el codo… Oye, para gustos colores… Son cosas del Orgullo…

-Oye, ya entrando en tu juego… ¿Sabes que ha sido de la alegría?

-¡Ja!… Lo sabemos todos… Hace unos años, mientras todos dormíamos,  Subconsciente hizo de las suyas y la engañó para que le siguiera a un sueño feliz, pero una vez en el sueño, este se tornó en pesadilla y ella quedó atrapada ahí para siempre. Chunga pesadilla de la que no te acordaste al despertar. Dice por aquí La Memoria que si hubieras recordado la pesadilla al despertar, podrías haber recuperado La Alegría, pero quedó atrapada en una zona oscura a la que es prácticamente imposible acceder. Estamos esperando a que la pesadilla vuelva para ver si así al salir de esa zona, eres capaz de atraparla y recuperamos a La Alegría…

-Vale, ya veo… Alegría atrapada en pesadilla olvidada por culpa de Subconsciente malo… Sí sí… Vamos bien…

-Vamos genial, vamos… Vamos  directos al naufragio… Pero bueno, si te lo quieres tomar a coña lo entendemos teniendo en cuenta que el sarcasmo ahora mismo es al que quieren quitar el poder las tres locas de la campaña esta electoral. Y como ganen las elecciones entonces sí que estamos perdidos…

-Oye… ¿Y La Esperanza?

-Nada hija… Esa anda de luto por su amiga la imaginación, que harta de que no la tomaras en serio, un buen día se lanzó a una vida de sensaciones, ya sabes, deportes de riesgo, autostop… No se enteró, fue practicando un deporte que ella inventó; consistía en dejarse caer desde arriba del todo del cerebro hasta la primera vértebra y ahí engancharse a una cuerda elástica que la devolvía de nuevo al punto de partida…  la cabrona de La Confianza hizo de las suyas… Y ahí anda La Esperanza, llorando a su inseparable amiga y enfrentada a La Confianza de por vida…

-Empiezo a comprender…

-Menos mal…Bueno, y dime… ¿Qué podemos hacer?

-No tengo ni idea… Lo de La Imaginación me ha dejado chafada…

-Más chafada se quedó ella.

-Muy graciosa…

-Bueno, de Gracia mejor hablamos otro día, aunque te adelanto que lo suyo no fue un final precisamente feliz…

-Pues déjalo que vas a acabar por deprimirme si sigues así…

-Claro, que fácil darte la espalda…

-No tengo mucho que dar tal y como me pones las cosas, la verdad…

-Espera, por aquí el compañero  Sentido del ridículo me dice que te diga que pasa de fichar en el paro, que empieza a trabajar mañana para La Esperanza, sin contrato, pero que mejor eso que andar vagando sin nada que hacer… Por lo visto La Esperanza necesita a alguien que le haga las tareas porque ni para eso le quedan fuerzas después de haber perdido a su amiga…

-Pues El Sentido del ridículo sí que estaba trabajando…

-jajjaja… No me hagas reír, eso es lo que tú te crees… Pero hace años que no lo utilizas…

-Dile al Sentido del ridículo que miente…

-Vale, ya se lo he dicho… Dice que te recuerde…jjejejejejej… No no, esa no se la recuerdo… Bueno, vale… Dice que te recuerde la de la semana pasada, esa en la que te pegaste toda la tarde de recadillos varios paseando un café derramado por la camisa, se rió de ti hasta el apuntador… Y esa de hace tres meses en la que una noche de copas en la playa terminaste metida en el agua hasta las orejas, que triste… Y esa en la que saliste en pijama a tirar la basura… Y esa en la que….

-Vale, vale…. Puede que lo tenga un poco abandonado…

-Dice que te diga que ya no vuelve, que habértelo pensado antes… Madre mía, las que nos esperan…

-Eres una exagerada…

-Y tú una inconsciente que no hace nada…

-Y tú una chula.

-Y tú una egoísta que solo piensas en ti y te da igual la situación…

-Y tú una pesada…

-Y tú una pesadilla…

-Déjame tranquila anda…

-Eso, tú tranquila mientras aquí dentro entramos en barrena… La historia de tu vida…

-Sí, exacto, tú lo has dicho, mi vida….

-Me apetece fumar…

-¿Hablamos de egoístas ahora?

-No.

– ¿Decías  de monosilábicas…?

Once cartas

Posted in ONCE CARTAS by AcontraA on 11 abril, 2010

Podría haber seguido allí de pie preguntándome que sería  de mí; pero no, hice algo y salí de ese estúpido bar con olor a muerto; y empecé a vivir la vida que se supone que había  venido a vivir, aun con medio siglo a mis espaldas… Supongo que es triste comenzar a leer y encontrarse a un personaje como yo intentando resurgir de las cenizas; aunque intuyo que más triste y patético si cabe sería encontrarse a alguien convencido de que la vida es bella a pesar de todo. Agradezco su confianza y sus ganas de tristeza, y sobretodo agradezco que quieran emprender este viaje conmigo a quién demonios sabe donde…  Dos décadas dedicadas a ese negocio, y ya no solo trabajando, porque el bar era de mi propiedad hasta hace una hora que me ha sido embargado, sino como el mejor de los mejores de mis clientes… Un dos por uno patético, lo sé; pero a eso es a lo que hoy intentaré poner remedio. Unos segundos metido en mi recién estrenada vida y ya me pasa algo diferente e insólito; una joven de apariencia demasiado elegante para caminar por este viejo y decrépito barrio se acerca a mí. -¿Podría usted enseñarme el papel con el sello y el número de teléfono?- Le enseñé el papel ,y ella a su vez, después de comprobar algo, me lo devolvió junto con un sobre que llevaba en su mano –¡Por fin!, era usted el último que me quedaba por visitar, pensaba que ya tendría que volverme a casa con la carta. Tenga  este sobre y lea lo que contiene, y a continuación abra el papel que Jaime le entregó hace unos años y léalo también-  y a continuación me regala una sonrisa, se da media vuelta y empieza a caminar calle abajo; tenían que haber escuchado el sonido de sus pasos… Guardé el sobre en mi bolsillo y me quedé ahí, mirando a la muchacha de negro con cara de ángel, hasta que esta desapareció tras la esquina ocupada por el quiosco de Juan… Un buen comienzo el de mi primer día en este mundo, el mundo exterior… En una tarde de nubes negras y rosas; de esas de atardecer oscuro que regala melancolía a todo aquel que se atreva a levantar la mirada…

Me escucho y me doy pena, pues a pesar de que yo mismo crea que necesito un cambio en mi vida, cierto es que ha sido provocado por causas externas; aunque bien mirado y desde un punto de vista de optimista agilipollado, esas causas las provocó mi cutre y vaga corta vida como empresario. No quiero hablar más del bar, del dichoso bar, porque desde hace una hora forma parte de mi anterior vida. Seguro que lo convierten en una de esas tiendas  de chorradas a menos de un mierda de euro…  Y sigo hablando de él…  

Pensé, mientras subía la cuesta de vuelta a la que dentro de unas horas  ha dejado de ser mi casa, que habiéndolo perdido todo, por primera vez en mi vida me sentía libre, y maldita la gracia, no tenía nada que hacer. ¿Y para qué demonios quería la libertad, si no sabía cómo utilizarla?… Así que pensé en aprovecharla y hacer una lista de cosas que un pobre desgraciado como yo podría hacer, ahora que disponía de todo el tiempo del mundo y de nada en el mundo… Y  comencé la lista con algo muy sencillo y fácil de llevar a cabo. Tomarme una copa en un bar; algo que sin duda se me da de miedo, pero que hace ni sé la de años que no hago desde el otro lado de la barra. Subí a casa, cogí del armario una gabardina que compré hace unos años, el día después de conocer a mi gran amigo Jaime, el mismo que la semana pasada nos abandonó para siempre, y salí de nuevo a la calle.

No llevo un clavo encima, pero eso es lo de menos… Parece que el chico entiende de copas, sí, he tenido buen ojo a la hora de elegir el bar. Me quedo de pie detrás de la barra mirando cómo la prepara, pero en cuanto se acerca con ella en la mano, corro a mi mesa; a ver si habrá pensado por un momento que iba a dejar que el primer objetivo de mi lista quedara a medio cumplir…  En ese instante me veo desde fuera; cosa que uno nunca debe  hacer, porque corre el riesgo de darse cuenta de lo patético que es en realidad; a mí siempre me sucede. Así que aun viéndome desde los ojos de los allí presentes, asumo sus críticas mudas y me siento en la mesa que me corresponde, siempre nos corresponde una, aunque pensemos que somos nosotros los que las escogemos a ellas… Ya con mi copa servida y mi mesa adjudicada… cogí aire todo lo profundo que pude y lo solté poco a poco, intentando saborear el momento al máximo. Tomé conciencia de mí, hacía años que no me tenía delante, tantos que hasta incluso me había olvidado de que estaba conmigo. Supongo que dejé de soportarme hace demasiado tiempo, y hubo un día en el que decidí seguir por la vida dándome la espalda y mirándome tan solo para reprocharme no haber triunfado, cosa inútil donde las haya, créanme, y más en mi caso, que por muchos reproches que me hiciera a mí mismo nunca iba a conseguir nada… Ese primer sorbo me supo a gloria bendita, bueno, a vodka bendito, a rico; a algo que mis ojos llevaban demasiado tiempo sin disfrutar, esa imagen de la mesa, la copa, las personas rellenando un espacio del que yo también era digno, y viendo con ojos de persona una mesa, una copa que no iba a tener que fregar después de haberla disfrutado, o sí, dependiendo de la reacción del chico cuando le dijera que no pensaba pagarla… Pero en ese momento eso seguía siendo lo de menos. Cuando hubiera terminado de disfrutar mi copa ya pensaría en ello. Estiré las mangas de mi gabardina una a una sujetando los puños y me acomodé en la silla de mimbre.  Lástima que hiciera tanto tiempo que dejé de fumar, ahora mismo disfrutaría muchísimo más de esta copa con un cigarro en la mano, pero ya no por el cigarro, sino por la imagen que vería de mi mismo, interesante hombre con gabardina, tomando una copa y fumando un cigarrillo a las cinco de la tarde en una cafetería del centro sin nada más que hacer que contemplarse a sí mismo. Ni por asomo pensar en volver a fumar, a ver quién iba a comprarme los cigarrillos…. Bueno, había llegado el momento de reírse un poco de los demás, tanto que se habían reído de uno, empezar a llorar penas en una barra, a contar historias falsas y verdaderas ,no se cuales surgirían más efecto a la hora de dar pena; seguramente las verdaderas… Supongo que pensarán ustedes en por qué no hice mi lista hace años, por qué comenzar una lista a estas alturas y con tan pocos medios… Tiempo, algo que desconocía que existiera hasta este momento, tiempo para pensar en lo que realmente uno desea. He conocido a toda clase de personas en estos últimos años de mi vida. Personas que entraban a tomarse un café rápido en la barra y ni siquiera perdían el tiempo en darme los buenos días, personas que venían a verme con la excusa de una caña, personas que hasta incluso me sonreían, personas deseando pasar desapercibidas, incluso personas que daban las gracias… Sin duda la que más me marcó de todas aquellas que me encontré fue Jaime, mi viejo y sensato amigo Jaime. Recuerdo como si se tratara de hace diez minutos la primera vez que él entró en mi bar, bueno, en el que por aquel entonces era mi bar… Se abrió la puerta una de esas noches de lluvia imposibles; en las que tan solo quedábamos allí un servidor, al que no quedaba otro remedio, y los cuatro desprovistos de material para hacer frente a tan despiadada noche… Acompañado del sonido de las cataratas que descendían de la fachada, entró Sam, por aquel entonces un señor de cuarenta años, señor de los que ya no quedan, y de los que nunca, por aquel entonces, entraban en mi bar. Jaime hizo que en cuestión de segundos mi día se tornara en un día digno de ser vivido. Valiente chorrada, pensarán ustedes; pues no lo es, y menos si tenemos en cuenta que para mí, servir a un señor como aquel, significó devolver la dignidad a una barra podrida de malas maneras… Recuerdo aquella primera conversación con él.

-Buenas noches caballero.

-Buenas noches, ¿puedo ayudarle en algo?

-¿Querría usted ayudarme si en su mano estuviera hacerlo?

-Bueno, ¿Qué se le ofrece?

-¿Quiere usted saber qué se me ofrece? ¿De verdad quiere saberlo?

-¿Quiere tomar algo?

-Sí, quisiera un café americano por favor.

-Muy bien. Enseguida.

-Gracias caballero- Jaime dejaba la cucharilla y los azucarillos en la barra y sostenía el vaso de café con la mano derecha, mientras con la izquierda sacaba un papel doblado del bolsillo de su gabardina clara…

-No hay de qué.

-Sí que lo hay. Entonces, ¿está usted dispuesto a ayudarme?

-Me refería a si podría servirle algo.

-Lo suponía.

-Bueno, pero si usted necesita de mi ayuda y está en mi mano, podría…

-Sí, necesito su ayuda y está en su mano ayudarme.

-Dígame…

-Mi nombre es Jaime. El suyo es…

-Paco.

-Muy bien Paco. ¿Y por qué ha decidido usted ayudarme en algo que no sea servirme un trago?

-No lo sé.

-Pues debería usted saberlo. La ayuda no es algo que pueda regalarse así como así, ¿no cree?

-Sí, supongo.

-Entonces, ¿por qué va a intentar ayudarme? Me gustaría que fuera totalmente sincero en su respuesta…

Ahora; quince años después de aquella noche, aquí sentado en esta mesa delante de una copa; pensaba que iba a verme como vi a Jaime aquella noche, y sin embargo lo único que tengo es miedo de que los que están alrededor descubran el impostor que soy; que no estén viendo en mí al caballero que intento representar, sino al pobre infeliz que soy en realidad… Llueve, como aquel día, aun queda algo de luz, pero pronto anochecerá y las gotas golpean los cristales de los ventanales como toques que me llaman a regresar al pasado… Miro al vacío y me devuelve la imagen de aquella noche, de nuevo… Aquel día fui totalmente sincero en mi respuesta a Jaime, puede que la única vez en mi vida que he sido sincero de verdad. Ser sincero es pensar en voz alta, no hay otra manera de serlo…

-Quiero ayudarle si está en mi mano, porque desde el momento que ha entrado por esa puerta mi día ha cambiado. Porque pienso por lo poco o nada que le conozco que es usted especial, y hay muy pocas personas originales y especiales en el mundo.

-Es una respuesta que no esperaba, pero que me ha convencido sin duda de que es usted un hombre sincero. Yo permitiré que usted me  ayude por el simple hecho de ser usted, y no por nada en especial.

-Dígame entonces, ¿en qué puedo ayudarle?

-Sí, puede usted guardar esto.- Jaime estiraba el brazo hacia mí, por encima de la barra y me entregaba un papel doblado.

-Claro, ningún problema.

-Sí, hay un problema Paco, que no sé por cuánto tiempo tendrá usted que guardar el papel, puede que sean días, puede que sean años… Si algo me sucediera tendrá usted que llamar al teléfono que está escrito en el exterior del papel y vendrán a recogerlo.

-Muy bien, no hay problema. Pero… ¿cómo sabré si le ha sucedido algo?

-Lo sabrá porque a partir de esta noche empezaré a venir cada día a su bar. El primer día que falte será porque me ha sucedido algo que no me permite seguir con mi rutina.

Así que aquella noche cogí el papel blanco doblado y precintado con un sello, lo metí en el cajón que había bajo la caja registradora; ese del que tan solo yo tenía la llave, y allí se pegó el papel quince años, hasta hace una semana; cuando me avisaron del embargo y empecé a llevarme papeles a casa, mañana en la que Jaime por primera vez en quince años faltó a nuestra cita diaria. Casualidad a la que mejor no dar vueltas… Y aquella misma tarde en que faltó mi amigo Jaime;  llamé al teléfono del papel y me respondió una chica, la misma chica, supongo, que vino esta mañana a entregarme el sobre. A mi amigo le entretenía mucho jugar con las personas, disfrutaba dejando en jaque mate a cualquiera, no eran sus preguntas y respuestas las habituales que uno puede andar escuchando día tras día, hora tras hora, no, él era especial… Recordando a Jaime, saco de mi bolsillo el papel y el sobre y los pongo sobre la mesa, y los miro, y disfruto de un trago. No sé si debería de abrirlos ya o vivir con la duda. Puede que esta duda me ayude a seguir viviendo, puede que una vez leídas las cartas de mi amigo, no quede nada especial en mi vida por lo que merezca la pena vivirla… Pues ahora mismo, después de casi una hora aquí sentado, empieza a hacerse habitual lo que hasta hace unos minutos era un placer, un deseo por cumplir.

Al final decido abrirlos; primero la carta:

Sabía que esta carta llegaría a tus manos Paco, buen amigo donde los haya. Sabía que eras el único de todos ellos que me ayudaría y haría exactamente lo que le pedí; hasta incluso después de mi muerte has respetado tu promesa. Y sé que eres tú porque seguiste triste Paco, amigo mío. Gracias, por sonreír  todos los días a pesar de tu pena, gracias por dejar que me mirara a través de tus ojos y no de los míos, gracias por cumplir tus promesas y por no invitar a esas chicas de sonrisa falsa que intentaron robarte y que me han llevado siempre por el camino de la perdición. Gracias Paco, por ser mi amigo y dejar que me apoyara en tu barra, en tu hombro. Gracias por tu generosidad cuando te dejaba a deber durante meses, aunque nunca me hizo falta, te puse a prueba cientos de veces… Ya sabes cómo me gustaba jugar con las personas… Hoy quiero que tú, siempre dispuesto a ayudarme, y que diste todo por nada, tengas todo. Fue un juego muy simple el mío; repartí once cartas a once personas que conocí, algunas, como tú, a las que observaba desde hacía un tiempo pero que no conocí hasta el mismo día de hacer la entrega y otras las entregué a personas que estaban en mi vida desde hacía mucho o poco tiempo. Aquellos días en los que escribí las cartas, me rondaba por la cabeza la idea de que en nadie podía confiar, y había decidido acaba con una vida de la que ya nada podía esperar y en la que me había fallado la persona en la que más confianza había depositado y sin duda a la única que había amado. En cada carta escribí un mensaje en particular, para cada uno de vosotros, los receptores. Eran tres consejos, que en el caso de ser descubiertos por vosotros, de una u otra manera iba a notar que habíais leído la carta. Te sorprendería con qué rapidez empezaron a abrirlas… Pienso que la tuya es la única que se mantiene cerrada, pero puede que me equivoque, ya sabes que siempre cabe una posibilidad con la que no contamos. Aun a riesgo de haberme equivocado, necesitaba decirte estas palabras y contarte una más de mis historias. Llama al teléfono que aparece al pie de esta carta, es el de mi notario, él te explicará cómo hacerte con todo mi patrimonio que es tuyo. Aunque ahora reescribo esta carta que hace quince años escribí dirigida a “nadie en particular”, puede que mis sospechas no sean ciertas y puede que aun quede un papel sellado por abrir a parte del tuyo… Si hubiera sido así estarás ahora mismo junto a esa persona leyendo la carta y tendrás que compartir con ella, no solo la carta, sino también la herencia. ¿Por qué tú? Que preguntas tienes Paco. ¿Por qué razón guardaste la carta todos estos años?

Gracias mi gran y único verdadero amigo.

Jaime.

Pueden apagar los focos y que termine la escena, por hoy es suficiente. Vaya, parece que no, que no estoy rodando una película. No es posible que todo haya sucedido así. No en mi mísera vida, no en mi cutre y triste vida. Va a resultar que en el último momento, en ese en el que uno empieza a perder la esperanza, todo puede arreglarse… Vaya, un segundo… ahora todos me miran de diferente manera. ¿Sabrán lo que decía mi carta? ¿Me verán cómo yo me veo ahora mismo? Me olvidé de que aquella carta estaba en el cajón hasta la semana pasada que saqué de él todo para llevarlo a casa y recordé las palabras de Jaime el día en que me la dio, por eso llamé al teléfono. Y no es que no la leyera por respeto o lealtad a un amigo, sino porque nunca he sido un cotilla. Sea como sea me alegro de que mi falta de curiosidad alargara la vida de un hombre. Lo que no sé es si merezco la recompensa por ello. Sí, no vayan a pensar ustedes mal, que el que suscribe es gilipollas, pero aun no llega a la categoría de lelo. La cobraré, claro, solo pretendía mostrar un poco de ética, mostrarme como la buena persona que mi amigo pensaba que era…

Son más curiosos ustedes que yo por lo que veo… abriré la hoja sellada y la leeré, aunque a nadie nos gusta que nos den consejos, y menos leerlos delante de extraños… Un momento; permítanme que le pida un cigarro al hombre que ocupa el extremo de la barra, es de los míos, con gabardina y dinero, se nota los que tenemos clase. Entenderá que uno se haya podido dejar la pitillera en casa. Ya está, servido… segunda copa en la mesa, cigarrillo en la mano y consejos a punto de ser leídos…

Rompo el sello, desdoblo el papel y leo:

No sé en qué momento estará abriendo esta carta; aunque prometió usted ayudarme, guardarla y no leerla nunca. No se preocupe si ha incumplido su palabra, la naturaleza humana es así, por desgracia entiendo de estas cosas…

Ya que dijo usted que podría ayudarme, y teniendo en cuenta que puede que no lo hiciera guardando esta carta, me voy a permitir pedirle tres favores en forma de consejos…

El primero: Deje de caminar todos los días de vuelta a casa con la cabeza gacha e intentando dar pena. Las personas con las que se cruza no ven su pena, tan solo usted puede verla. No se haga eso a sí mismo y levante la cabeza por el amor de dios…

El segundo: No sonría a todas esas personas. No trate con respeto a aquellas personas que no lo tratan a usted como merece ser tratado, como ser humano que es. No pierda el tiempo con aquellos que no le dedican a usted el suyo.

Y el tercero y no por ello el menos importante: No permita que ninguna mujer que sonría pague una copa en su bar. Pues la sonrisa que nos regalan al mirarlas, ni con todas las copas del mundo se paga…

Paco, mírese usted desde los ojos de los que lo respetan y no desde los de aquellos que le humillan.

Al margen de en qué momento ande leyendo la carta, le doy las gracias por haberme querido ayudar.

Un cordial saludo.

Jaime.

 

 

 

Mañana

Posted in MAÑANA by AcontraA on 7 abril, 2010

-Te vas a quedar ahí una vez más sin hacer nada, lo veo venir…  Ahora que todo podría ir a mejor…

-Tú siempre viéndolo todo venir. Déjame tranquila aunque sea esta vez. Quiero ser yo la que tome la decisión.

-Te dejaría sí, pero prefiero asegurarme de que esta vez das el paso.

-Tranquila que te vas a enterar; siempre te enteras de todo lo que me sucede…

-Si no te importa preferiría que hablaras en plural. Puede que solo sea una voz interior de esas, pero merezco un respeto…

-Sí sí, siempre te acabas enterando de lo que nos sucede. ¿Mejor así?

-Muchísimo mejor. Pienso que tendrías que hacerlo, no entiendo por qué dudas tanto.

-Es mi vida, ¡singular! Y yo decido como vivirla, no tú.

-Bueno, digamos que es una vida; que para vivirla como la vives… Tampoco van a cambiar tantas cosas. Seguro que todo va a mejor, ya verás…

-Los cambios no siempre son buenos. Hay veces en las que es mejor quedarse como uno está.

-En nuestro caso seguro que lo son. Te habla la voz de la experiencia…

-¿Experiencia? ¿Tú?

-Sí. Empezamos a necesitar ese cambio… Hay que enfocar de nuevo, reajustar, destrozar, vaciar, reinventar, experimentar, desarrollar, construir desde la nada… Hemos tocado fondo.

-Muy apropiada la expresión, gracias.

-Podría decirte que llegados a este punto las cosas solo pueden ir a mejor, pero no es cierto. Bueno, aunque ahora  puedes hacer algo para que mejoren…

-En ello estoy, pero es muy difícil si no dejas de presionarme y entretenerme con tus idas y venidas…

-Piensa, que a partir de ahora, si no tomas una decisión; todo lo vivido se repetirá inevitablemente… Es una cinta que pasa una y otra vez; siempre el mismo escenario, siempre los mismos personajes interpretados por diferentes actores, siempre las mismas escenas dramáticas, las mismas sorpresas, siempre las mismas risas y aplausos desde la barrera; donde nunca sucede nada. No hay nada nuevo que pueda sorprendernos aquí…  Esto se nos queda pequeño…  Necesitamos un cambio ya.

-No creo que sea como dices; a pesar de que va siendo así últimamente. Pero pienso que puede que mañana todo cambie.

-Claro,  y así una y otra vez…  Estoy cansada de que le des siempre la vuelta a todo, de que te resignes y camines por la vida con esa esperanza de que todo cambiará. Baja de esa nube de la que has hecho tu cueva, por favor, y haz algo ya… Por una vez  toma una decisión valiente, de esas que toman las personas que no caen de rodillas frente a su vida, que haga que todo cambie. No te quedes en el mismo punto esperando que suceda ese milagro que nunca llega. Porque si no haces nada, nada cambiará. Tienes que ser tú la que dirija esta obra. Es tu momento, venga, lo sabes…

-¿Y si no sale bien?

-Saldrá bien, seguro. Llevas mucho tiempo pensando en los pros y los contras de todo esto. Si no das el paso seguro que todo sale mal; como lleva saliendo desde hace mucho tiempo…

-Sí, puede que tengas razón.

-Bueno, por una vez voy a ser la voz buena, esa que se preocupa por ti… ¿Estás bien?

-Vaya pregunta…

-Bueno, quiero saber que se siente antes de dar un paso tan importante. Eres toda una valiente y lo sabes…

-Gracias, pero aun no he decidido que hacer.

-Has llegado hasta aquí y sé que esta vez no vas a defraudarnos. Tienes que dar el paso, o perderás este último tren.

-Bueno, supongo que si sale mal tampoco perderé más de lo que he perdido, ya no me queda nadie aquí y como bien dices hace demasiado tiempo que la historia se repite.

-Bien, parece que vas entrando en razón, que empiezas a ver las cosas tal y como son…

-Cogeré ese último tren. Puede que me lleve a una vida nueva, llena de cosas maravillosas…

-Que nos lleve… Yo estoy contigo, ¿recuerdas?

-Perdón, que nos lleve a un mundo maravilloso lleno de sensaciones nuevas, sin repeticiones, sin pausas, sin aplausos desde la barrera… Todo nuevo.

-¿Todo bien ahí fuera?

-Tengo un poco de frío… Pero es lo que tenía que hacer…

– Tranquila, yo estoy aquí. Todo pasará en unos pocos minutos, será como quedarte dormida. No mires la sangre.

-Lo he hecho…

-Sí, eso parece. Cierra los ojos y siente como el agua te protege y te relaja… Pronto habremos abandonado este escenario…

-¿Y si no hay nada cuando esto….

-Termina la frase por favor; me estás asustando… ¿Estás ahí, verdad? Espera… No puedes dejarme aquí  dentro, sin ni siquiera despedirte de mí. ¿Y ahora qué hago?  No es justo… ¡Mierda!  Mírate;  al final has sido valiente, has dado el paso a un mundo mejor y me has dejado aquí sola. He metido la pata, te tenía que haber dejado en paz, no sé por qué te he convencido. Si hubiera dejado que siguieras creyendo que mañana todo podía haber ido mejor, ahora estarías aquí conmigo…

Anónimos – La necesidad

Posted in Anónimos by AcontraA on 6 abril, 2010

Un hombre pobre, que parecía que no poseer nada material, se acercó a otro hombre sabio y le dijo:

– ¿Puede ayudarme? Necesito trabajo

– ¿Trabajo? No hay problema… Coja la piedra que está en ese camino y cargue con ella subiendo la cuesta y después bajándola… Eso le dará trabajo.

El hombre se dio cuenta de que el sabio no le había entendido, y se explicó de nuevo…

–  No, lo que quiero decir es que necesito dinero.

–  Ah, tratándose de dinero es fácil. Tenga. Cien mil pesetas, pero no puede gastarlas en nada…

El hombre tuvo que volver a explicarse de nuevo.

–  Bueno, lo que necesito en realidad es comida, ropa, una casa donde vivir…

–   Bueno, eso cambia las cosas, si es eso lo que necesita le daré más dinero con el que podrá comprar comida, ropa y una casa donde vivir. Pero no podrá comer la comida, ni usar la ropa, ni disfrutar de la casa…

El hombre se marchó y enseguida se dio cuenta de que lo que necesitaba era seguridad, tranquilidad, paz y felicidad… Y eso era por lo que tenía que luchar; no por dinero, ni por comida, sino por llegar a sentirse como realmente deseaba. Solo así conseguiría todo lo demás…

Cantando sin lluvia

Posted in CANTANDO SIN LLUVIA by AcontraA on 4 abril, 2010

  “La  lágrima se  lo piensa  mejor al ver  al  fondo  de una calle un local iluminado por una fuerte luz blanca.”

ALFREDO MORENO, Un día en el mundo 

 (CineCuento publicado en el Blog “39 Escalones”)

 

 

 Ahí estaba, Clara, siempre tan bella y tan inalcanzable; eclipsada para todos por su exuberante, y a mis ojos transparente, amiga Paula. Ahí sentada, rodeada de todas aquellas plantas y sentada en aquel banco de piedra, parecía tan frágil y solitaria que hacía que mi deseo por ella creciera y me llevara a soñarla despierto… Siempre pensando en sus cosas, parecía ausentarse de un mundo que había dejado de interesarle. Pero aun con ese halo de ausencia seguía siendo la más interesante de todas ellas. Llegué a aquella universidad hace dos años desprovisto de ansias de enamoramiento, y así continué hasta el segundo curso, en el que Clara se cruzó en mi camino un buen día. Ella provenía del norte; aunque viéndola entre todas aquellas niñatas insulsas, bien podía parecer que perteneciera incluso a otro planeta. Mientras me acercaba  a ella, sabía que aquella mañana sucedería, la miraría a los ojos, ella se levantaría del banco, todo desaparecería, dejaría caer su carpeta al suelo y entonces me miraría y yo la besaría y… En vez de eso me salió un tímido, pero viniendo de mí, más que inconsciente y arriesgado “¿te apetece un cine?” Al que su respuesta fue un “no sé qué decir” convertido en “sí”.

-Puedo pasar a buscarte mañana a las seis por tu casa y…

-Está bien, gracias…

Salí de allí tan rápido como me lo permitieron mis torpes piernas de enamorado impulsivo y llegué a casa con muy poco tiempo, a penas veinticuatro horas, para preparar mi cita con Clara. No tengo unos padres a los que se les haya podido pedir consejos; aunque cierto es, que me dieron unos cuantos bastante útiles, y otros tantos que no me sirvieron de nada. Ni  siquiera tuve un hermano mayor al que confiar mis secretos, y por aquel entonces tampoco se me hubiera ocurrido confesar mi deseo por Clara a los cuatro salvajes con los que compartía piso. Así que me limité a echarme en la cama y pensar en ella, en la camisa que llevaría a la cita, en qué película veríamos, en qué hacer para que aquella fuera la noche más especial de nuestras monótonas y planas vidas… Y pensando en la cama, en clase, en sueños, vamos, sin dejar de pensar en ella, llegaron las cinco de la tarde del día siguiente. Esa hora previa a la que uno nunca se acostumbra y que es inevitable, esa hora de infarto, de intentar retrasar el tiempo cuando falta media hora y de intentar adelantarlo cuando faltan tres minutos, esa hora previa en la que uno desearía que todo hubiera pasado ya, aun a pesar de perderse la cita.  

A las seis de la tarde llegué a su casa; la que compartía con Paula la estupenda y otras tres chicas más. Ahí estaba, esperándome en la acera. Evitándome pasar el trago de llamar a la puerta. Se había puesto una falda y estaba preciosa de verdad, no solo en mi imaginación, no solo para mí, esa tarde estaba bonita para el mundo, para cualquiera que se cruzara con nosotros ella estaría preciosa. Eso reducía mis posibilidades de éxito, porque aquella belleza para todos no era la que tan solo yo era capaz de ver en ella…

No podía creer que hubiera venido, pero ahí estaba, sentada a mi lado, en la butaca contigua a la mía; tan cerca que hasta incluso podía oler su colonia, tan lejos que me sentía obligado a discurrir como acercarme más a ella. Y la película ante nuestros ojos haciendo de nosotros unos títeres de un guión que se apoderaba de nuestras almas. Y de pronto me vi, desde la pantalla. Allí estábamos, ella y yo;  dentro de una escena que nos había absorbido. Y Paula, la exuberante Paula tenía una voz estridente muy acorde con su inteligencia, y Clara la voz de un ángel. Pero de repente Clara abandonó  y volvió de nuevo a su butaca. Volví a recuperarla sobre el escenario en una escena que recordaré mientras viva; en la que  ella se asomó a esa ventana en forma de escalera, y dejó que yo le cantara mi amor e improvisara para ella, ante un decorado que ni siquiera los espectadores pudieron percibir… y continuó ahí arriba, se quedó conmigo, incluso dimos los buenos días a todo aquel público, hasta que la besé y me lancé en solitario a cantar bajo la lluvia, y por primera vez en mi vida, sentí que uno puede dejar que la lluvia le moje estando feliz, estando convencido de que su mensaje ha llegado a oídos de ella y de que ella se ha quedado a su lado para escucharlo… Pero Clara abandonó de nuevo y en las siguientes escenas no quiso acompañarme, y eso que yo seguí ahí dentro imaginándomela… Y pensé que era su momento, que subiría cuando  abrimos  el telón para ella, pero no, siguió ahí sentada incluso cuando apareció  nuestro cartel de fondo… Esa escena también la abandoné y me senté de nuevo al lado de ella buscando una mirada o una señal que me confirmara que no era todo aquello un sueño… Y no la hubo, pero sí que sucedió algo inesperado. La falda de Clara, que por la tarde era de un color pálido, se había teñido de rojo. Mi camisa era azul y mi chaqueta de pana marrón estaba llena de cuadros azules sobre un fondo blanco, y sus zapatos eran verdes. Y al abandonar la sala todo seguía igual, todo color sobre el blanco y negro de nuestras vidas, por unos minutos fuimos los protagonistas de nuestras escenas.  

La dejé en su casa y al emprender el camino de vuelta a la mía eché de menos la lluvia; y al cerrar la puerta de mi dormitorio salté, di vueltas y me dejé caer sobre la cama con una sonrisa de cine clavada en mi rostro.

Desde esa noche vamos de sala en sala buscando historias que nos hablen de nosotros, que la transporten a mundos en los que es la estrella que merece ser, y en los que brilla con luz propia. Con la luz que tan solo yo soy capaz de ver pero que se hace visible para ella en cuanto se sienta frente a una pantalla… A veces nos perdemos el uno al otro, y eso no hace sino crecer nuestro deseo de estar juntos, a veces somos infieles; y esos días no son buenos… A veces sonreímos y disfrutamos, incluso hemos llorado, pero espero que llegue aquella escena en la que Clara no vuelva a su asiento después de besarnos… Mientras tanto seguiremos buscando sala tras sala, película tras película…

CAMINOS – ¿Víctima o verdugo?

Posted in CAMINOS by AcontraA on 2 abril, 2010

-Está triste porque se acuerda de la niña.

-No entiendo nada.

-Hace años tuvo una niña, pero le hicieron abandonarla porque solo podía tener un hijo…

-Ah, sí, ahora recuerdo algo…

-Si no estuvieras en las nubes continuamente…

-Ya estamos, si prestara la misma atención que tú a todo me volvería loca…

-¿Más?

-Bueno, ya sabemos que tú eres la cuerda, pero por favor, aunque solo soy tu voz interior, creo que no estaría de más que me explicaras las cosillas que se me escapan… Si solo podía tener un hijo, ¿por qué abandonó a la niña?

-Porque era niña, y el día de mañana acabaría cuidando de la familia del hombre con el que se casara.

-Pero no  logro entender por qué tuvo que abandonarla.

-Porque solo le dejaban tener uno, y era mejor que fuera varón. Así cuando ellos sean mayores, el hijo y la mujer de este cuidarán de ellos y no se quedarán solos. Y a parte está lo del apellido, si es varón, el apellido se conserva.

-Podrían no haber esperado a que naciera y haberse enterado de que era antes de permitir que el embarazo…

-No, el gobierno prohíbe las pruebas de embarazo para conocer el sexo.

-¿Y eso?

-Para que no aborten en caso de que sean niñas.

-Ah, prefieren que sean abandonadas al nacer. Claro…

-Bueno, al menos así tienen una vida.

-¿Qué vida? Yo creo que sería mejor que dejaran hacerse la prueba y así…

-¿Cómo que qué vida? Su vida, todas esas niñas viven, algunas mejor y otras peor, pero al menos se les da la oportunidad…

-Bueno, ahora que hablamos del tema sí que recuerdo algo… No todas viven, si llamas vivir a estar en las condiciones en las que están.

-También existen hogares donde están bien; no todos son como en el interior.

-Creo que es muy egoísta por parte de ella haber tenido una niña y haberla abandonado por ese motivo.

-Sí, puede, pero habría que ponerse en su piel y haber vivido su vida para poder juzgarla.

-No lo necesito.

-No, está claro que no, parece que te resbalan sus circunstancias. Su familia la presionó para que abandonara a la niña.

-Pienso que si se hubiera quedado con los dos, tampoco hubiera pasado nada…

-Sí, por el segundo hijo hubieran estado obligados a pagar en su moneda el equivalente  a diez mil euros. Eso si no la hubieran obligado a abortar antes de dar a luz.

-¡Venga! ¡Pero si su sueldo mensual no llega a 50 euros!

-Pues por eso no se quedó con la niña; tampoco tenían dinero para salir del país.

-Igual si hubiera intentado con el gobierno…

-Imposible, solo le habrían permitido tener dos si su marido y ella fueran los dos hijos únicos y aun así pagando unos 500 euros. Pero ninguno de los dos son hijos únicos, en ese caso es imposible…

-No entiendo que gana el gobierno haciendo algo así…

-Que la mayoría de la población no esté compuesta por ancianos y niños, sino por población en edad productiva, y evitar la superpoblación para no poner en riesgo los recursos naturales… Bueno, tampoco te sorprendas tanto, de hecho el Fondo de Población de las Naciones Unidas apoya esta política del “hijo único”.

-No me jodas… ¿Y siempre será así?

-No, de hecho ha cambiado. Era así hace unos años, cuando Yan abandonó a su hija, pero ahora  el gobierno se ha dado cuenta de que necesita que nazcan más niños, al menos en las zonas rurales…

-Estoy flipando…

-Ahora tienes que pedir la autorización del gobierno para tener el segundo hijo, y te la suelen dar por 300 euros. Tardan en contestar unos meses, tres o cuatro, pero las dan casi siempre, y en el caso de que el primer hijo haya sido una niña las dan siempre.

-Entonces Yan abandonó a su hija y ahora por 300 euros podría tenerla… ¿Y no puede recuperarla?

-Sí, pero no puede encontrarla, no sabe que fue de ella y en los orfanatos está prohibido dar información sobre los niños, sería como buscar una aguja en un pajar, o peor… Ten en cuenta que en algunos ni siquiera existen registros e incluso las fechas son inciertas…

-No tenía que haber abandonado a la niña.

-Tomó ese camino, pero puede que lo hiciera presionada.

-¿Presión? ¿Qué te puede presionar para que abandones a una hija?

-No deberías juzgarla tan a la ligera, deberíamos  conocer su historia, creo que solo hay que mirarla para adivinar en ella, que hoy, está más triste por la niña que abandonó, que alegre por el niño que llega. Y tiene que vivir con ello para el resto de sus días…

-Pues lo siento, pero con las razones que me has dado, no lo entiendo ni lo entenderé.

-Bueno, podrías entender que…

-Que no, que no, que te pongas como te pongas esta vez no es defendible haber tomado ese camino…

-Sigo pensando que Yan ha sido también víctima y no solo verdugo.

-Podríamos estar así días…

-Sí, y no llegaríamos a ninguna conclusión.

-Anda, vamos a ver al niño… Me gusta.

-Sí, es muy mono.

-¿Mono? Me refería al nombre, Yin, es chulo.

-Anda tira…

-Sí sí… contigo, que remedio, a todas partes contigo, eternamente contigo… Que cruz!

MENTIRAS, SOLEDAD Y FLORES

Posted in MENTIRAS, SOLEDAD Y FLORES by AcontraA on 29 marzo, 2010

Era toda una vida Susan, y ahora es nada. Eras yo y ahora soy yo. Mírate, hasta en estos momentos eres bonita. Siempre fuiste hermosa. ¿Por qué me amaste a mí? ¿Cómo pudiste pedirle a alguien como yo que pasara contigo el resto de su vida? Y ahora tan solo me quedan estos minutos contigo. Van a venir y se te van a llevar.  He sido tuyo hasta ahora y me dejas cuando solo nos quedaban tres sueños por cumplir. Me han pedido que les acompañe… Paul y su hermano, y la novia, bueno, la fresca, aquella que no te gustaba. Pero yo quería hacer ese viaje contigo Susan. Aun te tengo delante y hablo en pasado. Has dejado de sentir, tu amor por mí me ha abandonado de repente. Tengo frío. ¿Me tapas? Que sonrisa tan bonita tenías; anoche sentías y ahora no respiras. ¿No puedes o no quieres Susan? De acuerdo, no me lamento. Todo es susceptible de un fin, lo sabía. Pero es que quiero estar a solas contigo. Eres tú, me cuesta creer que no eres tú. Esa mujer que nos está mirando me ha preguntado; le he dicho que eras mía, pero pienso que no me ha creído. Susan, si pudieras por unos segundos despertar y explicarles…  Tú eres aire y agua…y ahora ellos quieren que seas tierra. ¿Aun puedes despertar? Lo entiendo, tienes miedo de ellos,  ¿verdad? Parecen estar vigilando su tesoro, me miran con recelo y presiento que no me dejarán llevarte conmigo. El hombre del anillo no me quita ojo. Ahora todos hablan, y me están mirando.  ¿Cómo iba yo a salir de aquí contigo en brazos? Sería nuestra aventura, te sentaría en mi coche, sí… No. Son ilusiones Susan, no te preocupes, tan solo intento jugar con el tiempo como él juega conmigo ahora. Tienes el mismo peinado que el día que te encontré, pero ahora está seco. Llueve, te vas a mojar. Huele a lluvia y a ti, a estancia abandonada por flores húmedas. El agua me cubría Susan. Ya no me cala, has llegado y ahora tu cabello está húmedo. La primera noche, la noche en la que me miraste por primera vez. Huele a flores frescas; ¿Qué hacen? Se llevan las coronas Susan, todas las flores… Me las llevaré; ¿Crees que ellos dejarán que me las lleve? Vendré a robarlas esta noche. Han quedado bonitas sobre tu mesa, pero no huelen a ti. No necesitan agua. No quiero hacer daño a nadie amor mío, creo que piensan  de mí que soy un loco. No te preocupes, me sentaré ahí fuera y dejaré que ellos se despidan de ti. Esperaré a la noche para llevarme las flores. Hace una semana, cuando te conocí, estabas completamente sola; Y hoy,  todas estas personas, vienen a despedirte y dicen que te quieren. Te quiero.

La voz

Posted in La voz by AcontraA on 27 marzo, 2010

Aun recuerdo de la época en la que era un crío a “La María”, su aire de ciudad, su media melena llena de enormes ondas de un trazo perfecto y mimado. Parecía arrancada de una plató en Broadway  y proyectada  como por casualidad en mi pueblo, donde todo era viejo, hasta incluso nosotros los niños. Sus zapatos de tacón hacían que diera pasitos cortos, lo cual aumentaba su fragilidad. A su paso todo tomaba un aspecto inerte, ella era la vida del pueblo.

Las tardes de los miércoles, día en que las mujeres hacían la colada en el lavadero de la cuesta… nos escondíamos mis amigos y yo en el establo de mi tío Enrique, para mirar por las juntas de los tablones a La María…  cuando levantaba los brazos para tender eso hacía que la falda se levantara unos centímetros, pocos sí, pero para nosotros era todo un regalo; y después nos íbamos a casa de Juanillo y lo comentábamos. Su belleza hacía que la odiaras tanto como la deseabas, se movía serena, como si no existieran las prisas; era la culpable del insomnio que  sacudía a todos los hombres, niños y ancianos de la comarca; por aquella época debía tener unos cuarenta años… su expresión siempre me llamó la atención, aunque nunca lo comenté con ellos, y es que, ¿Quién perdería el tiempo mirando sus ojos?, ninguno de mis amigos, seguro. Su mirada parecía  ausente… Ahora a mis 45 la vería mayor para mí, a pesar de tener un lustro más que ella por aquel entonces, pero es que entonces era difícil ver unas piernas como aquellas y ahora las veo por todas partes, tanto, que se podría decir que a punto estoy de perder el interés por ellas.   

Una tarde de aquellas tontas en casa de Juanillo (que siempre andaba sólo porque sus padres regentaban el hostal del pueblo); mientras comentábamos la jugada del mediodía en la que habíamos tensado las cuerdas del tendedor de La María, esperando que nos regalaran esos centímetro de más… Carlitos comentó algo que nos dejó a todos de piedra. Sarita, la hija de La Joaquina, le había dicho que La María hablaba con alguien todas las noches, que una voz de hombre se podía distinguir perfectamente si había silencio, y que le decía cosas muy raras; que hablaban de secretos, de ciudades de Europa, de la Europa de ahí arriba… Y la Sarita que es muy cotilla se lo había comentado a Carlitos porque sabía que este y todos nosotros perdíamos la cabeza por La María… Así las cosas, no nos quedaba otro remedio que organizar una excursión el sábado por la noche a casa de La María para ver si eran ciertos los rumores. Celos como esos no creo que hayamos vuelto a sentir ninguno de los que estábamos aquella tarde en casa de Juanillo. Imaginármela en brazos de otro… tantas veces la había imaginado a mi lado, que sentía que me pertenecía, que lo nuestro era real. Por aquel entonces La María era dueña de  todos y cada uno de mis pensamientos.

Llegó el sábado por la noche, la espera se hizo eterna, nunca se me han hecho tan largos los días. Por la tarde corrimos todos hacia casa de Juanillo, como si de nuestro campamento base se tratara. Ya estaba todo arreglado con las madres, todos juntos pasando una noche en aquella casa. Y como esta tenía un pequeño jardín atrás, y  hacía buen tiempo, nos habían dado permiso para dormir en tienda de campaña; Marcos tenía una de un tío suyo que ya había muerto y que la dejó olvidada un verano en casa de este…

Instalados en la tienda y con todo un arsenal a nuestro alrededor de linternas, pasamontañas, cantimploras, mecheros, tebeos, prismáticos, palos  y una grabadora que José había cogido prestada a su padre que era policía, ya podía comenzar la función.

La María no era del pueblo de siempre, llevaba viviendo allí casi una década por aquel entonces. Llegaría con unos treinta años, nunca nadie supo desde donde, se rumoreaba que era la única familia de “El Loco” y que al morir este, ella heredó su casa;  que era la última del pueblo, justo caía al lado del cartel con el nombre tachado, yo diría que ni siquiera toda la casa quedaba dentro del pueblo.

Llegamos a  casa de La María a eso de las diez de la noche y la rodeamos; Juanillo estaba en la puerta principal y tenía la misión de avisarnos en caso de que se abriera esta; Marcos y yo cubríamos los laterales, no era difícil ver lo que sucedía dentro de la casa, pues las piedras mal colocadas de la fachada hicieron  de escalón, y los visillos casi transparentes me permitían ver con total nitidez… y más en un día como ese, caluroso, en el que La María había abierto las ventanas… La brisa movía los visillos y esto hacía que mi cara quedara al descubierto, en el fondo deseaba que ella me viera.  Carlitos y José cubrían la parte de detrás por si alguien llegaba a pie por el camino que bajaba desde la Iglesia hasta la carretera que pasaba justo por delante de la casa…

El salón tenía las paredes decoradas con un papel de rayas en colores pastel. En medio de la estancia un sillón de piel blanca; acolchado en rombos grandes. Frente al sillón una mesita lacada también en blanco, sobre la que reposaba una lámpara  que parecía pertenecer al camerino de una estrella de cabaret, de  esas que terminan en flecos y que hacía que la estancia se tiñera de un rojo tímido… En la chimenea yacían las brasas de la última vez que se utilizó. No se parecía a la que había soñado tantas veces, pero esta era real.

A las diez y media de la noche de aquel sábado sucedió. La María se sentó en el sillón, dejando que los extremos de su bata descansaran en el suelo… y sacó del cajón de la mesita  un cacharro metálico que parecía una radio, y lo colocó sobre sus piernas… Deseé ser esa radio, deseé estar con ella, mi deseo por La María crecía por momentos, nunca la vi tan cerca, tan en la intimidad, solo nos separaba un muro con ventanas y quise sentir que ella sabía que la estaba mirando. Podía escuchar el latido de mi corazón y sentirlo en cada rincón de mi cuerpo, me costaba mantener la respiración…

Le dio a un botón y aquella radio, o lo que fuera, empezó a sonar con voz de hombre sobre las piernas de La María. En ese momento ya nadie cubría la casa, los cinco nos agolpábamos en la misma ventana y nos pisábamos unos a otros intentando conseguir sitio para los pies entre las piedras de la fachada.

“María, tienes que irte. Mañana por la mañana llegará una señora y tienes que entregarle a Gabriel, por favor haz lo que te digo mi amor. Si no lo haces él te encontrará y me encontrará a mí, o lo que es peor, encontrará a Gabriel. Ella sabe lo que tiene que hacer, le he dado instrucciones.  María tienes que irte lejos; en un sobre junto con esta cinta te dejo la dirección de tu nueva casa en  España, tienes que permanecer allí para que yo te encuentre. Tienes que abandonar Londres, tienes que hacerlo ya, como te explico en el sobre. Llegaremos María, me reuniré de nuevo contigo, pero prométeme que nunca te entregarás a ningún hombre, que si algo me sucediera no vas a darle a otro lo que me diste a mí. He disfrutado mucho estando a tu lado y ahora muero de pensar que puede que nunca llegue a sentirte de nuevo, a recorrer tu cuerpo y a abandonarme en tus brazos. María, te deseo como el primer día, como cuando te conocí en aquel local de París. Estabas muerta, ¿recuerdas? Si él te encuentra te matará de nuevo. Te devolví la vida amor mío y me lo debes, tienes que esperarme porque te amé, porque aun te amo y te amaré siempre que recuerde tu nombre. No  te sientas abandonada  amor mío, no sientas que abandonas a nuestro hijo. Sueña cada noche que regreso a tu lado y así nunca olvidarás mi rostro, sueña que tu cuerpo se encuentra de nuevo entre mis brazos,  sueña que estás viva, sueña que eres madre; pero no vivas María por favor, no sin mí”

Nos dejamos caer uno a uno, el último en abandonar la ventana fui yo, creo que gracias a que Carlitos tiró de mi camiseta, de no haber sido por él puede que aun siguiera ahí clavado, fosilizado… El camino de vuelta hacia la tienda de campaña, subiendo la cuesta de la iglesia, parecía el regreso a una vida sin calles de película, sin ganas de dormir porque no teníamos ya a quien soñar, sin ganas de hablar de nada porque nada quedaba en ese momento… Los cinco, soportando en nuestros hombros el peso del ataúd que contenía los restos de nuestro primer desengaño amoroso, nuestro primer mito caído, nuestro primer paso de un todo a la nada, la voz del hombre al que ella amaba; peso que nos hacía caminar despacio y sin prisas por llegar a ese primer momento de una vida sin ella.

El compromiso y la maternidad no fueron fieles compañeros del deseo de un chaval de doce años…

Hace poco, en uno de esos viajes al pueblo, pasé por casa de La María, por recordar viejos tiempos. Un sábado, a las diez y media de la noche me asomé a aquella ventana sin tener que subirme a las piedras de la fachada. Y ahí estaba La María, anciana, escuchando la voz de un chico joven en una radio vieja… Qué cosas. Esa voz que años atrás arrancó de mí todo deseo por La María y que me pareció la voz de un hombre, hoy es la  voz de un chaval… Y donde vi a una mujer deseable escuchando una grabación de pasión, desesperación y amor, y a una madre como la mía; hoy veo a una persona que dejó de vivir, víctima del más cruel de los chantajes por parte de aquel hombre que decía amarla, y a una anciana preguntándose qué habría sido del hijo al que abandonó… Y es que el tiempo no pasa en balde, ni para La María ni para los críos que nos asomábamos aquella noche a la ventana. Me alegré de haberla mirado a los ojos hace cuarenta años, pues es lo único de aquella historia que seguía intacto con el paso del tiempo; la misma mirada ausente. La mirada de quien entregó su vida entera esperando a un amor que nunca regresó. La misma mirada que el espejo me devuelve hace un lustro… desde que Paula se marchó.

Primavera sin sueños

Posted in PRIMAVERA SIN SUEÑOS by AcontraA on 24 marzo, 2010

-Buenas Paula. Cuanto tiempo sin verte por aquí. Pensábamos que  nunca te volveríamos a ver…

-Pues ya ves; he vuelto, pero solo unos días.- Paula recogía las cartas del buzón mientras Luis, su vecino, apoyado en la pared la miraba sonriente.

-¿Y eso? ¿A dónde te irás esta vez?

-Voy a irme a Londres, a una casa de acogida para niños…

-Cuenta cuenta… Qué bien, ¿no?

-Sí, la verdad es que este verano en Kenia todo ha ido genial, si vieras todo lo que hemos podido hacer, cómo hemos dejado aquello…   

– Me alegro mucho por ti Paula. Anda venga, vamos a tomar un café al Félix y me cuentas… que te he echado mucho de menos todos estos meses.

-Está bien… Espera, que dejo las cartas en el piso y vamos.

(…)

-Y bien… ¿Cómo es que te vas a vivir a Londres?

-Pues es que en Kenia he conocido a un grupo de gente que tienen un proyecto para una casa de acogida que hay en Londres, no tienen fondos, van a ayudarles a conseguirlos y yo con ellos. El proyecto es una pasada…

-Ya, y tú te vas con ellos…

-Sí, claro.

-Pero entonces se trata de conseguir fondos para esos niños que…

-No, no solo eso, también trabajaría en el centro con ellos…

-Pero Paula, ¿aun estás así?

-¿Así? ¿A qué te refieres?

-Pues así Paula, ¿no ves que esta no es vida para alguien como tú? Está muy bien que creas en la causa y todo eso… pero dime, ¿vas a cobrar por ello?

-No, claro que no, pero eso es lo de menos… Más adelante ya me asentaré y entonces…

-Si no recuerdo mal lo mismo dijiste antes de irte a Kenia, y mira…

– Ya, pero es que puede que el centro deje de existir si alguien no hace algo para evitarlo, parece que las autoridades no están por la labor de…

-¿Y tienes que ir tú? ¿Es imprescindible?

-No, no es imprescindible porque lo van a hacer igual, pero con mi formación puedo ayudar mucho a la causa…

-Despierta Paulita… ¿No lo ves?

-¿A qué te refieres?

-A que te están utilizando. Te pegaste muchos años estudiando como para echarlo todo por la borda de esta manera.

-No tiro nada por la borda Luis, esos niños…

-Claro claro, tú lo seguirás viendo así una y otra vez…

-Sí, puede…

-¿Cuándo vas a empezar a vivir por ti Paula, a cumplir tus sueños y a dejar de soñar con proyectos que lo único que hacen es chuparte tiempo y vida?

-Bueno, tampoco es eso… La verdad es que…-  Paula bajaba la cabeza sin saber que contestarle a Luis; que la miraba mientras le cogía de la mano…

-Paula, aquí tienes tu vida, a tu gente. Tienes que vivirla, tienes suerte de todo lo que te rodea, y además aquí tienes tu casa. Mira tus padres, ¿hace cuanto que no los ves? ¿Y a tus hermanos? Ellos también te necesitan. Y vale que no de la misma manera que esos niños, pero seguro que sus vidas serían mejores si te tuvieran cerca de ellos… ¿No te das cuenta de que estás haciendo desgraciados a los que te quieren?

-Puede que tengas razón…

-¡Claro que sí! Esa  es mi Paula… Ay! Mira la hora que es… Tengo que dejarte o llegaré tarde a la reunión…

-¡Ve… ve! No te preocupes…

-Piensa en ello Paula, hazme caso, que te lo digo porque te quiero…

-Lo sé.

Dos años después de esta conversación, una noche de primavera, Paula se iba a la cama dejando sobre la mesa del salón una nota…

Hay años en los que la primavera parece traernos consigo la felicidad; de nuevo días de luz en los cuales a uno le resulta difícil sentirse triste… Y se adivinan en los rostros de algunas personas sus sueños, y es que es un tiempo propicio para dejar de ser realistas…

Estamos los que dejamos de soñar hace años y los que, aun presas de una felicidad contagiosa, siguen soñando como cuando eran niños; han escapado a los vampiros de sueños; aquellos que bajo una apariencia inocente de abuelita tierna o de amigo optimista hacen que  compartas tu sueño con ellos; y conforme se lo vas contando, la expresión de los vampiros cambia; se transforman en seres tristes, su color pasa por una escala de grises sucios, su mirada se torna ansiosa; y destrozan  tu sueño, convirtiéndolo en algo real e inalcanzable.  Sientes como te abandona en forma de alma blanca, y va adquiriendo, en el camino que le lleva de ti hacia los vampiros, un color verdoso; y lo inhalan profundamente atrapándolo así para siempre. Y de nuevo,  recuperan la apariencia inocente de alguien en quien cualquiera podría confiar… Y te dejan ahí, sin tu sueño; en una estancia fría de cemento gris y llena de pintadas que te recuerdan que la realidad, muchas veces dolorosa, es lo único que hay; que de nada sirve soñar… Rodeada de muros que no dejan pasar la luz; y hacen que te sientas una extraña en los días de primavera…  

Era mi sueño. Él me transportaba a un mundo blanco, con paredes de pompa de jabón atravesadas por  la luz. Un mundo donde la esperanza aumentaba por momentos, sin importar lo inalcanzable que fuera lo que esperaba que sucediera; donde las aceras se alisaban, y el viento absorbía a las personas que caminaban delante de mí; dejando así que quedase a solas con él y pudiera darle forma, y así crecía y crecía…  

Ahora es una buena época para reconocer en sus ojos a los que sueñan despiertos, y a los que fuimos víctimas de los vampiros de sueños…  Hay que ser muy tonto para dejar que a uno le pase lo que me pasó a mí. Cómo no me di cuenta, de que una vez contado mi sueño a un vampiro,  desaparecería… haciendo  que mis ojos lo transformaran en algo demasiado real para ser soñado bajo la luz del día, y dejándome atrapada en una realidad que no es la mía…