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UN HOMBRE GRANDE

Posted in UN HOMBRE GRANDE by AcontraA on 6 marzo, 2010

A las ocho de la mañana, un día más la secuencia se repite cuando Paula  sale de casa, la llave se queda enganchada (siempre sucede), Una vez cerrada la puerta se da cuenta de que algo ha olvidado y tiene que volver a entrar, esta vez fueron las gafas (siempre hay algo). Una vez abajo en el rellano, cuando se dispone a salir a la calle, se da cuenta de que la luz no es la que corresponde a esa hora del día, pero no da mucha importancia al detalle y sale de todas formas… Se detiene justo en el umbral de la puerta, busca su ipod en el bolsillo del abrigo, enredado entre llaves, un mechero sin gas, y un envoltorio de caramelo que al sacar el ipod cae al suelo y que Paula recoge y vuelve a meterlo de nuevo en el bolsillo… Y busca una canción para un día de luz rara… “fever”  Elvis, no mejor Peggy, aunque Peggy últimamente le acompañaba solo en días de lluvia, decide darle una oportunidad con la luz de ese día… Una vez arranca la canción, Paula lo hace con ella…

Tan solo había avanzado unos pasos desde su portal cuando percibe un detalle entre el segundo y el tercer piso del edificio que ha quedado desnudo detrás del solar frente a su casa. Parece que hay un pliegue, que el papel está mal pegado, como la solapa de un sobre después de ser abierto y cerrado varias veces. Tira de él y aprovecha la oportunidad, como siempre lo hace, para cambiar de escenario. Y en el lugar donde hace unos segundos se encontraba el solar, ahora después de dos o tres retoques y de la música apropiada, hay una sala con cuatro mesas pequeñas y un escenario ocupado por una cantante, que apenas se mueve y que canta como quien nos cuenta una  historia. El vestido de la cantante es de un dorado suave y el escenario es redondo, con cortinas granates de terciopelo y ribetes en oro… Parece que hemos cambiado de época, es una mezcla rara jazz, circo, cabaret… Paula no se lo piensa dos veces y se sienta en la mesa que queda justo delante del escenario, por un momento, el papel se abomba y le recuerda que llega tarde al trabajo, pero Paula dirige su mirada hacia la mesa de la derecha haciendo caso omiso de la señal… Y empieza a escuchar la canción, vuelve a mirar a su mesa y con un soplido apaga la pequeña vela blanca que está en el centro, siempre le ha molestado la luz de las velas en las mesas…

No es la primera vez que Paula hace algo así, lleva toda la vida cambiando escenarios a su antojo. Todo empezó de bien pequeña, un sábado por la mañana en el que le llevaron a ver a su abuelo, que se recuperaba en el hospital de un infarto. Al entrar en la habitación se encontró con algo que le impedía acercarse a darle un beso a su abuelo. Cerró los ojos y al abrirlos de nuevo todo había cambiado. En el lugar de esa habitación estaba el salón de casa de su abuelo, no había tubos, en su lugar un puro, no había goteros, en su lugar una botella de White Horse de la que su abuelo había quitado el caballito blanco con cordón amarillo para dárselo a Paula. Se acercó a él y se puso a sus pies para que le tocara la espalda… Al llegar a casa aquel día, en el  bolsillo de su chaqueta  estaba el caballito blanco, lo cogió de su bolsillo entre envolturas de caramelos, un lápiz de tres centímetros y un escarabajo de goma y dejó todo en su cajón, junto a los demás caballitos blancos…

Pasaron años en que Paula no necesitó volver a cambiar un escenario, pero de un tiempo a esta parte lo hace casi a diario… Le ha sucedido de todo. Hay días en los que con las prisas olvida cerrar la puerta y cuando vuelve, se encuentra con que el papel de la zona de la cerradura ha sido arrancado de manera torpe, como cuando arrancas impaciente una pegatina y queda la mitad de ella en la carpeta, y la tapas con otra para que no se note, el escenario de Paula era un poco esto.  Había veces que perdía el día entero buscando entre bolas de papel viejas una imagen para pegar en el sofá o en el dormitorio, pero nunca fueron imágenes completas, tan solo trozos de algo que no lograba encontrar. También se dieron días en los que arrancaba todo y se negaba a crear nada nuevo, días en blanco llenos de olores, canciones y ruido…

El escenario de esta mañana era diferente, con todo lujo de detalles, bonito, limpio, tranquilo…

-¿Puedo? Un hombre muy alto le preguntaba señalando la silla que estaba a la izquierda de Paula.

-Sí sí, claro- Paula contestaba al hombre boquiabierta por el tamaño de este, que parecía salido de una fotografía de Diane Arbus,  ya no por lo grande que era, sino por lo raro de sus facciones…

Una vez sentado en la silla su gran tamaño hacía que todo pareciera pequeño, de juguete. Todo era irreal, tan irreal que su sola presencia hizo que el escenario de Paula se transformara tomando un aspecto de cuento raro…

-Hola Paula, te estaba esperando. Sabía que llegarías tarde o temprano, solo hizo falta la música adecuada y la luz adecuada, pero ya estás aquí-  El gran hombre raro sonrió, cruzó las piernas, entrelazó sus manos y posó estas delante de su rodilla como quien espera que le cuenten algo interesante.

-¿Y para que me esperabas?-  Paula recorría con su mirada una y otra vez al hombre preguntándose de donde habría salido…

-Llevas mucho tiempo cambiando decorados Paula, y hay mucho caos, muchas capas superpuestas y muchas imágenes desordenadas en tiempo y espacio. Has reciclado muchas de ellas, incluso te he visto pintar sobre algunas cuando no encontrabas la que querías. Quería verte porque es necesario ordenar todo esto y crear algo nuevo. Los papeles no pueden utilizarse cómo tú lo haces, es peligroso. Estoy aquí para ayudarte a crear algo nuevo y poder así poner orden a este caos. Pero para ello necesito tu ayuda. Te haré unas preguntas e iré creando según tus respuestas- El hombre descruza las piernas y saca del bolsillo de su chaqueta de lana granate una libreta sin tapas y un lapicero rojo. Apoya la libreta sobre su rodilla derecha y mira a Paula buscando en ella alguna señal de que ha entendido lo que acaba de explicarle. Y Paula asiente resignada, y le devuelve una sonrisa de medio lado…

-Dime Paula…  ¿De qué color sería ese fondo?

-Blanco, sin duda…

-Muy bien, esto va a ser muy fácil contigo…

-¿Lo has hecho con otros antes?

-Sí, claro. Últimamente lo hago a diario. Prosigamos Paula. Y dime, de todas las personas que conoces, cuáles serían las que siempre estarían en ese escenario, esas que no pueden ir y venir, esas fijas a las que todos los días necesitarías ver.

– Son dos, mis dos hermanas.

-¿Y esas que van y vienen?

-Mis padres, algunos amigos y algunos conocidos y de vez en cuando alguien nuevo especial, diferente. Sí, personas diferentes como tú o como ella.- Paula levanta la mirada y señala a la cantante de encima del escenario. Ahora  hay también un piano que antes no estaba.

-¿Qué música Paula?

– Toda, toda la música y cada día una canción nueva conviviendo con las de siempre.

-Pero tienes que elegir una .

-Claro de luna, sí, Claro de luna para un fondo blanco. Y quiero un cepillo de dientes azul para darle a una de las personas nuevas que aparezcan, y quiero que todos los que….

 -Espera espera, que estamos aquí para ordenar y si vas metiendo elementos a lo loco no podremos dar nunca con ese orden…-  Paula se calla de repente y vuelve a escuchar al hombre.

– A ver Paula, y dime… ¿Cómo será tu casa?

– Sí eso sí que lo sé, habrá un sofá azul de dos plazas y una nevera de esas pequeñas y cortinas rojas que caerán hasta el suelo y se arrastrarán y una alfombra blanca.-

-Necesito más detalles Paula.

-No hay más.

-Vale. Dime que flores quieres en ese escenario.

-¿Flores? Puedo cambiar las flores por un magnolio supongo…

-Supones bien. Deja que repase lo que tenemos… Fondo blanco, tus hermanas siempre, padres, amigos y alguien nuevo especial de vez en cuando, Claro de luna, el sofá, las cortinas, la alfombra…  Me falta la luz Paula, tienes que decirme si será de día o de noche.

-De día y hará sol, mucho sol, pero también habrá días de lluvia y días en los que el agua me llegue a cubrir entera y días en los que….- De nuevo Paula es interrumpida en su empeño de llenarlo todo de imágenes y más imágenes.

-No puede ser, espera, solo una luz Paula. De día o de noche.-

-De día. Pero es aburrido siempre de día.

-Eso déjamelo a mí.

-Sí sí, te lo dejo, supongo que sabes lo que haces.

Algo raro está pasando. No hay nadie en el escenario y el hombre está borroso y en su lugar hay un sonido muy estridente y una bocina y gritos…

-¡Quita de ahí si no quieres que te aplaste! ¡Será idiota la tía! ¡Anda y vete a sentarte a tu casa! ¡Mira la loca esta!!

Paula se levanta del suelo y sale del solar dejando paso a un camión de esos de escombros desde el que un conductor más que alterado le grita sin parar. Una vez fuera del solar intenta encontrar de nuevo el pliegue entre el segundo y el tercero pero nada. La canción de ipod ha dejado de sonar y en su lugar nada. Paula vuelve a caminar sobre sus pasos y se mete de nuevo en el portal…

-Entonces, ¿cree que mejorará?

-Es difícil, aun es pronto para saber eso. Hay días que parece que recupera el sentido, pero hay otros en los que nada. Eso sí, es curioso que a sus hermanas siempre las reconoce vengan el día que vengan, pero a ustedes que son sus padres, va a días. El miércoles sucedió algo extraño que quería comentarle porque es esperanzador. Conoció a Carlos, que es uno de nuestros nuevos internos y desde el miércoles pregunta por él, lo cual me hace pensar que sí que retiene información de alguna manera. Y esta mañana ha ido hasta el despacho de Carlos y le ha regalado un cepillo de dientes, recordaba tanto el camino hasta el despacho como el nombre de la persona a la que buscaba. Claro que por otro lado hemos dado pasos hacia atrás, ayer por la noche sus gritos despertaron a toda la planta. Lloraba y no dejaba de gritar… «Esto no era así, lo anotaste mal, no había noches, ni lluvia. Me ahogo! Me ahogo! Apunta de nuevo por favor»…

-Pero entonces qué es lo que le sucede…  ¿Volverá a ser la de antes?

-No lo creo, aunque puede que con el paso del tiempo y la medicación adecuada… Ya le iremos diciendo, como le decía aún es pronto para saber cómo evolucionará….

-Gracias doctora.

-Si quiere verla ahora está bajo el magnolio del jardín, sentada en el balancín azul.

-Gracias.

-La llamaré en cuanto sepa más.

Ahí estaba, tal cual había dicho la médico, allí pasaba todas las mañanas desde hacía tres meses. Al sol y con su canción. Llegó su madre esperando que fuera uno de esos días en los que la llamaba….

-Mamá, hola-

-Hola princesa. ¿Qué tal esta mañana?

-Bien mami, pero no me han hecho caso. Este balancín no es como el sofá que yo imaginé, y dentro no hay cortinas rojas mami, y no hay alfombra, el suelo está frio… Y por la noche el sol se va. Tienes que encontrar  al hombre grande y decirle que tiene que usar mis notas. Aquí lo he ido anotando todo. Menos mal que puso el cepillo de dientes azul, se lo he dado a Carlos, él es especial.

-Sí hija, no te preocupes que cuando acabes tus notas yo se las llevaré al hombre grande.

-Gracias.- Paula bajaba la cabeza y seguía dibujando en su empeño de que las notas esta vez expresaran sus deseos de un escenario perfecto.

-No hay de que hija. Me quedaré contigo mientras dibujas. Aquí se está muy bien, siempre me han gustado los magnolios. ¿Recuerdas cómo cuando eras pequeña en las hojas caídas te hacía dibujos?

9 respuestas

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  1. 39escalones said, on 8 marzo, 2010 at 8:02

    Muy de David Lynch, muy Doctor Caligari…
    Besos.

    • todorelatos said, on 8 marzo, 2010 at 9:01

      Caligari me suena a cine de suspense… Lynch puede ser, perdí la cuenta hace años de las veces que he visto “El hombre elefante”, siempre me ha encantado esa película… Aunque este hombre grande creo que fue culpa de Burton.
      Gracias por leer mis relatos, te lo agradezco un montón.
      Desde aquí donde ando ahora no puedo acceder a los enlaces de tu blog, solo a los textos. Vi que habías colgado banda sonora y no pude escucharla… Estos chinos tienen vetadas todas las redes sociales, será para que no llegue tanta información desde el exterior… Así que todo lo que proviene de youtube, facebook etc etc… queda irremediablemente censurado.
      Besicos y muchas muchas gracias, que sabiendo lo mal que vas de tiempo…

  2. 39escalones said, on 9 marzo, 2010 at 8:09

    Uy, «El gabinete del Doctor Caligari» es una pasada, tienes que verla… Es de 1919, puro expresionismo alemán, pero es una historia de ilusiones y sueños con sorpresa final que ya quisiera «El sexto sentido»… A ver si puedo conseguirla por ahí y te la hago llegar (cuando no estés en China).
    Un placer leer tus cuentos; no te apures, que el tiempo, si se quiere, se saca.
    Besos.

    • todorelatos said, on 9 marzo, 2010 at 8:30

      Gracias Alfredo!! Busqué en internet para ver de qué trataba y viendo las imágenes no quise saber más, pensé en verla. No debe ser fácil de encontrar, así que si das con ella me haría mucha ilusión, te lo agradezco un montón… Suena muy bien descrita por ti. El mes de Abril lo pasaré entero en nuestra tierra (sonrisa).
      Trato hecho, no me apuro, pero es que tenerte de lector me parece un lujo nada merecido…
      Besos

  3. Poincaré said, on 15 marzo, 2010 at 13:18

    Desconozco la intención, si es que alguna vez la hubo, pero conozco la reacción provocada. Un escalofrío mientras sin parar de leer llegaba un final no previsto. Así fue, como lo he contado.

    Nada más que añadir, bueno sí, dos cosas: pasar la vista por palabras es leer, entenderlas todas juntas es razonar y que no te dejen indiferente es sentir.

    …y besos

    • todorelatos said, on 15 marzo, 2010 at 13:46

      Y recibir un comentario así de tu parte… tan solo puede hacerme sonreír.
      ¡¡Muchas gracias por leerlo!!
      Besitos

  4. Poincaré said, on 15 marzo, 2010 at 16:39

    Sinceramente a mi me ha gustado mucho

  5. M.F said, on 1 May, 2010 at 12:08

    muy bonito…


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