A contra A

CAMINOS – ¿Víctima o verdugo?

Posted in CAMINOS by AcontraA on 2 abril, 2010

-Está triste porque se acuerda de la niña.

-No entiendo nada.

-Hace años tuvo una niña, pero le hicieron abandonarla porque solo podía tener un hijo…

-Ah, sí, ahora recuerdo algo…

-Si no estuvieras en las nubes continuamente…

-Ya estamos, si prestara la misma atención que tú a todo me volvería loca…

-¿Más?

-Bueno, ya sabemos que tú eres la cuerda, pero por favor, aunque solo soy tu voz interior, creo que no estaría de más que me explicaras las cosillas que se me escapan… Si solo podía tener un hijo, ¿por qué abandonó a la niña?

-Porque era niña, y el día de mañana acabaría cuidando de la familia del hombre con el que se casara.

-Pero no  logro entender por qué tuvo que abandonarla.

-Porque solo le dejaban tener uno, y era mejor que fuera varón. Así cuando ellos sean mayores, el hijo y la mujer de este cuidarán de ellos y no se quedarán solos. Y a parte está lo del apellido, si es varón, el apellido se conserva.

-Podrían no haber esperado a que naciera y haberse enterado de que era antes de permitir que el embarazo…

-No, el gobierno prohíbe las pruebas de embarazo para conocer el sexo.

-¿Y eso?

-Para que no aborten en caso de que sean niñas.

-Ah, prefieren que sean abandonadas al nacer. Claro…

-Bueno, al menos así tienen una vida.

-¿Qué vida? Yo creo que sería mejor que dejaran hacerse la prueba y así…

-¿Cómo que qué vida? Su vida, todas esas niñas viven, algunas mejor y otras peor, pero al menos se les da la oportunidad…

-Bueno, ahora que hablamos del tema sí que recuerdo algo… No todas viven, si llamas vivir a estar en las condiciones en las que están.

-También existen hogares donde están bien; no todos son como en el interior.

-Creo que es muy egoísta por parte de ella haber tenido una niña y haberla abandonado por ese motivo.

-Sí, puede, pero habría que ponerse en su piel y haber vivido su vida para poder juzgarla.

-No lo necesito.

-No, está claro que no, parece que te resbalan sus circunstancias. Su familia la presionó para que abandonara a la niña.

-Pienso que si se hubiera quedado con los dos, tampoco hubiera pasado nada…

-Sí, por el segundo hijo hubieran estado obligados a pagar en su moneda el equivalente  a diez mil euros. Eso si no la hubieran obligado a abortar antes de dar a luz.

-¡Venga! ¡Pero si su sueldo mensual no llega a 50 euros!

-Pues por eso no se quedó con la niña; tampoco tenían dinero para salir del país.

-Igual si hubiera intentado con el gobierno…

-Imposible, solo le habrían permitido tener dos si su marido y ella fueran los dos hijos únicos y aun así pagando unos 500 euros. Pero ninguno de los dos son hijos únicos, en ese caso es imposible…

-No entiendo que gana el gobierno haciendo algo así…

-Que la mayoría de la población no esté compuesta por ancianos y niños, sino por población en edad productiva, y evitar la superpoblación para no poner en riesgo los recursos naturales… Bueno, tampoco te sorprendas tanto, de hecho el Fondo de Población de las Naciones Unidas apoya esta política del “hijo único”.

-No me jodas… ¿Y siempre será así?

-No, de hecho ha cambiado. Era así hace unos años, cuando Yan abandonó a su hija, pero ahora  el gobierno se ha dado cuenta de que necesita que nazcan más niños, al menos en las zonas rurales…

-Estoy flipando…

-Ahora tienes que pedir la autorización del gobierno para tener el segundo hijo, y te la suelen dar por 300 euros. Tardan en contestar unos meses, tres o cuatro, pero las dan casi siempre, y en el caso de que el primer hijo haya sido una niña las dan siempre.

-Entonces Yan abandonó a su hija y ahora por 300 euros podría tenerla… ¿Y no puede recuperarla?

-Sí, pero no puede encontrarla, no sabe que fue de ella y en los orfanatos está prohibido dar información sobre los niños, sería como buscar una aguja en un pajar, o peor… Ten en cuenta que en algunos ni siquiera existen registros e incluso las fechas son inciertas…

-No tenía que haber abandonado a la niña.

-Tomó ese camino, pero puede que lo hiciera presionada.

-¿Presión? ¿Qué te puede presionar para que abandones a una hija?

-No deberías juzgarla tan a la ligera, deberíamos  conocer su historia, creo que solo hay que mirarla para adivinar en ella, que hoy, está más triste por la niña que abandonó, que alegre por el niño que llega. Y tiene que vivir con ello para el resto de sus días…

-Pues lo siento, pero con las razones que me has dado, no lo entiendo ni lo entenderé.

-Bueno, podrías entender que…

-Que no, que no, que te pongas como te pongas esta vez no es defendible haber tomado ese camino…

-Sigo pensando que Yan ha sido también víctima y no solo verdugo.

-Podríamos estar así días…

-Sí, y no llegaríamos a ninguna conclusión.

-Anda, vamos a ver al niño… Me gusta.

-Sí, es muy mono.

-¿Mono? Me refería al nombre, Yin, es chulo.

-Anda tira…

-Sí sí… contigo, que remedio, a todas partes contigo, eternamente contigo… Que cruz!

CAMINOS – «La fiesta de un chico sin vida y una muñeca de trapo»

Posted in CAMINOS by AcontraA on 17 marzo, 2010

-¿Recuerdas aquel cuento del niño que lo perdía todo?

-Sí claro, lo escuché de boca de Toñi cuando éramos unas crías.

-¿Tantos años llevas dentro de mí?

-Sí, más o menos los que tienes.

-Y entonces… ¿Por qué tardaste tanto en dar señales de vida?

-Porque esperé el momento justo, tenía que pillarte infraganti y asegurarme de que no se lo contaras a nadie… Paso de loqueros…

-Un respeto.

-¿A quién? ¿A los loqueros?

-Bueno, déjalo.

-Espera espera, que sí que recuerdo el cuento del niño que lo perdía todo. Pero, ¿a qué venía la pregunta? Ahora no me dejes así…

-Es que Hus me recuerda al niño de aquel cuento. Lo ha perdido todo en un par de semanas, me parece increíble que pueda suceder algo así en el mundo. Hay días en los que creo estar dentro de una burbuja; en cuyo interior nada malo pudiera suceder. Pero parece que nunca dejan de suceder cosas extrañas…  Cuando me lo contaba esta mañana, recordé, la viñeta de Mafalda  aquella, ¿recuerdas? Esa en la que aparecía al lado de ella la bola del mundo llena de vendas; “el mundo está malito”. Me pregunto si alguna vez podremos curarlo. Y después de esto que le ha sucedido a Hus, ya no sé quién está en lo cierto, qué es lo correcto y que no lo es. Tengo la sensación de ser un disco duro que ha sido programado para pensar de una determinada manera, para valorar las cosas en la medida en la que ese programa las entiende. Pero hay huecos y muchos detalles que no se reflejan en él, esto de Hus, por ejemplo, ¿quien ha formateado su disco duro para que acepte algo así? ¿Quién ha formateado el mío para que no lo comprenda?  Pienso que la resignación es la mejor manera de permitir que sigan sucediendo este tipo de cosas…

Dos semanas antes de esta conversación… A más de ocho mil Kilómetros de allí…

Hus entraba en casa de sus padres; iba a pasar allí dos semanas con la familia, pues vivía fuera de su país desde hacía más de ocho años…  Nada más cruzar la puerta, se encontró con un salón lleno de gente… Personas agolpadas en los sofás,  de pie, sentadas en el suelo;  cuando lo habitual era, como mucho, encontrarse a su madre o a alguna de sus hermanas menores… Reconoció entre los allí presentes a su hermano Shaha y las mujeres de este, Ahlam y Shel.  Su prima lejana Shal a la que no veía desde hacía un lustro se acercaba para saludarle, pero Hus, en ese momento, temiéndose lo peor, no hacía sino intentar buscar entre todas aquellas caras la de su abuelo; pero antes de dar con él sus sospechas se desvanecieron, cuando se percató de que el semblante de aquellas personas era de felicidad. La madre de Hus se acercó como pudo a él, y cogiéndolo de la mano lo llevó tras ella como cuando era niño. Al llegar a la altura de la mesa del salón, se paró en seco y soltó la mano de este. La  mesa estaba ocupada por siete personas, a las que Hus juraría no haber visto en su vida. Eran dos hombres mayores; uno de unos cincuenta años y otro que con certeza pasaba de los ochenta, y sentadas frente a ellos cuatro mujeres; dos de ellas de mediana edad y otras dos jóvenes, estas últimas no dejaban de sonreír en ningún momento… Y presidiendo la mesa una chica joven de cabellos oscuros, que ni siquiera  levantó la cabeza. Fue entonces, en ese momento, cuando Hus se percató de lo que sucedía. Olía a azafrán. Volvió la cabeza atrás y recorrió con su mirada el salón, la decoración de este; la expresión de los presentes le recordaba que todas aquellas personas estaban ahí por él;  incluida la joven que seguía sin levantar la cabeza y que parecía intentar escapar de todo aquello.

Una de las mujeres, la que más cerca de la joven estaba, se levantó despacio, tomándose su tiempo, cogió la mano de la joven y le hizo un gesto sutil para que se pusiera en pie. Ella se levantó de la silla, pero su mirada seguía clavada en la mesa. La mujer  se acercó a Hus y empezó a tocarle el pelo, le abrió la boca con las manos para comprobar la dentadura de este como si de un caballo se tratara; en ese momento Hus hizo ademán de retirarse, pero su madre le cogió de la mano y este accedió a que aquella señora continuara, mirando sus manos, tocando sus hombros…  Quiso salir de aquella casa; pero el respeto a sus padres se lo impedía como una losa pesada que le aplastaba y le obligaba a quedarse ahí,  inmóvil. Recordó entonces a María, y sus más de mil despertares el uno al lado del otro; y sintió que todos aquellos recuerdos eran arrancados de sus entrañas a sangre fría, sin opciones, sin anestesia, sin previo aviso.

Hus presenció esta misma escena años atrás cuando a su hermano lo prometieron con la que fue su primera mujer, pero ese día no recuerda que nadie le robara una vida al protagonista, cuyo semblante era el de una persona dichosa y feliz…

La joven seguía con la mirada fija en el terrazo. Esta vez era la madre de él la que analizaba a la joven.  Hus recordó de nuevo a María como si de su anterior vida se tratara, como quien recuerda  un amor que murió, María, que tan solo veinte horas antes le besaba en el aeropuerto. María, con la que la noche anterior hacia planes para toda una vida… En ese momento, las dos madres se abrazaron y estalló la fiesta. Todos reían y se acercaban a la mesa. Personas en las que hacía un momento reconocía a sus familiares, se habían convertido en extraños oscuros, verdugos de sonrisas enormes; que deformaban y llenaban sus caras, todo daba vueltas y giraba de izquierda a derecha, de derecha a izquierda. Aquel salón se derretía y dejaba tras de sí un fondo blanco, nada. La nada que llevó a Hus hasta María de nuevo, al momento en que se despidió de ella, intentando confirmar en sus recuerdos; si aquel último beso que le dio sería suficiente para que ella se sintiera amada el resto de su vida. Intentando recordar cuales fueron las últimas palabras que le dedicó. Deseando que aquella vida junto a María hubiera sido suficiente como para que ella le perdonara aquello. Deseando a su vez no haber significado nada en su vida; para evitar así que sufriera.

De nuevo gira la imagen, cambia el escenario. La habitación es pequeña; la sala en la que Hus y su hermano jugaban de niños, se había convertido en una improvisada salita de estar de esas en que es tradición dejar solos a los prometidos para que se conozcan. Los dos sillones que había estaban ocupados por Hus y la joven. Tan solo les separaba una mesita redonda de mármol rosa con tres pies de madera lacada en negro. Y sobre la mesa una taza de té, la de la joven; Hus sujetaba la suya entre las manos y se concentraba en el líquido, deseando que se convirtiera en el veneno que le hiciera terminar con un dolor imposible de soportar. La joven levantó la mirada buscando la de él, pero la mirada de Hus continuaba sumergida en el interior de la taza. Ahora él buscaba la de ella, pero encontró que sus ojos se habían cerrado. De nuevo buscaron los dos, y se aguantaron la mirada unos pocos segundos, los suficientes para hacer real aquella pesadilla. Pero cayeron de nuevo, la de ella al suelo de terrazo, la de él en el interior de la taza de té. La puerta estaba abierta y tras ella continuaba la fiesta. Justo en ese momento entró la madre se Hus en la salita, invadiendo con su presencia un espacio vacío en el que coexistían, junto a los muebles; un chico sin vida y una muñeca de trapo. La madre de la joven tardó poco en aparecer, acercarse al sillón donde estaba su hija, coger a esta de la mano, y sin mediar palabra llevarla fuera de aquella salita.

Los invitados abandonaban la casa entre sonrisas, y abrazos. Tras el último, la madre de Hus cerró la puerta. Quedaban en el salón los de casa. Su padre y su abuelo paterno sentados en el sofá, sus hermanas pequeñas, Meg de quince años y Ziu de tan solo seis años; que picoteaban entre las sobras de la fiesta y enredaban con la decoración de las mesas… Su madre continuaba en la puerta, sonreía y miraba a Hus orgullosa. Este continuaba de pie, apoyado en la pared del salón junto a la puerta de entrada a la salita. La madre avanzó hasta él y cogió entre sus manos la mano de este, como nunca antes lo había hecho. Hus confiaba en que aquella mujer y su hija hubieran salido para siempre de aquella casa, y que aquello, al final, se tratara de una broma macabra de esas que te gasta de vez en cuando la vida, y que gracias a ellas, uno aprende  a disfrutar de los pequeños detalles, de los despertares junto a María…

-Mi niño, al fin te vas a convertir en un hombre. Ella se irá contigo a ese país extranjero, tranquilo, que no tendrás que abandonar tus negocios. Ella cuidará de ti y te dará hijos que más tarde cuidarán de vosotros. Y cuando regreses aquí, ella cuidará de nosotros. Dentro de dos semanas se celebrará la boda. Llegaste aquí hoy sin nada y regresarás en dos semanas con todo.

Hus; el mismo chico que había hecho el viaje a aquella casa pensando en cómo iba a ser su reencuentro con María, ahora regresará casado con alguien a quien ni siquiera conoce…

María, te debo mi felicidad, mi amor, el renacer de mis sentidos, el calor, las sonrisas, la paz de quien sueña y logra despertar cada mañana junto a una realidad aun más placentera que la de aquel sueño. Pero a ella le debo mi vida María. Sé que tú jamás harías algo así a tu hijo, ella cree hacerlo por mi bien. Pero imagina, María, que después de tener un hijo, este te abandona y lo pierdes para siempre. ¿No te rompería ello mucho más el corazón de lo que ahora se te rompe?

-¿Crees que será feliz?

-Dice que se acostumbrará, que su resignación evita males mayores.

-¿Y tú qué piensas?

-Pienso en donde queda la libertad de las personas…

-Pero nadie le obligó,  ¿no?.

-No, no le obligaron, pero le programaron para que llegado el momento, por respeto y obediencia, no pudiera negarse. Supongo.

-¿Tú dejarías que te pasara algo así?

-No puedo ponerme en esa situación, me resulta imposible pensar que haya sucedido algo así en el siglo en el que vivimos, y a alguien como Hus.

-Hay religiones que…

-No tiene nada que ver con la religión, su resignación no viene de ahí. Son la cultura, las tradiciones; que cuando se impide la evolución de estas, llega un momento, como en el de Hus, que chocan inevitablemente; transformando a una persona feliz en un ser resignado y triste…

CAMINOS – «Mesa para uno»

Posted in CAMINOS by AcontraA on 12 marzo, 2010

–Buenos días solterona…

-No me lo puedo creer, eres un infierno…

–Lo sé, y tienes que aguantarme porque soy tú.

-¿Tú eres yo?

–Vaya lío que llevas. Estamos dormidillas… ¿eh?

-Déjame… aun no me he levantado y ya estás dando por saco…

–Gajes del oficio.

-Del tuyo.

–Claro…  del mío. ¿No irás a decirme que lo de ayer te pareció normal? Alguien tiene que poner orden a todo esto y llamar a las cosas por su nombre.

-Prefiero olvidarlo.

–Pues yo no, la verdad. Prefiero hablar de ello, porque empiezo a preocuparme, y no un poco…

-Bien bien…  deja que me dé una ducha y en el desayuno analizamos lo que quieras..

(…)

-Bueno, ataca. Ya estoy lista para hacerte frente…

–Bien,  solterona, ¿qué conclusiones sacaste del día de ayer?

-Pocas, la verdad. Y deja de llamarme así…

–Pues mira por donde, yo saqué unas cuantas. La primera de ellas es que para tener amigos como los que tienes…

-Vaya, ¿y qué han hecho esta vez?

–¿Me lo preguntas en serio? Te vienes a esta playa a pasar dos días más sola que la una, y resulta que coincide que este fin de semana está aquí tu amiga Sonia con su novio y el niño. Vale que sean encantadores y todo lo que quieras, pero la respuesta que te dieron no es normal…

-¿De qué respuesta hablas?

–Ahora me dirás que no te acuerdas…

-¿Te refieres a lo de mis vacaciones? ¿Cuando les pedí que me dieran alguna idea de donde pasarlas…? ¿Cuando me respondieron los dos a la vez como si lo hubieran ensayado que me hiciera un viaje en un crucero para solteros? ¿A eso te refieres? La verdad es que me hizo gracia… sí.

–Ya… te hizo gracia; pues a mí no me hizo ninguna. Creo que la situación es alarmante y que cuando una amiga y su novio te recomiendan algo así es porque les das un poco de pena, ¿no crees? Les podrías haber recomendado tú uno de esos en los que solo viajan parejas con niños… Si nos etiquetamos, nos etiquetamos todos…

-No le  doy tanta importancia como tú…   y no pienso que le dé pena a nadie.

–Menos mal que me tienes a mí… Creo que la contestación de tu amiga fue un presagio para lo que nos pasaría más tarde. No sé por qué demonios tuve que acabar cenando un sándwich en el hotel. Lo que nos hizo ese metre tiene que ser denunciable.

– Tanto como denunciable…

–Vale que nos pasan cosas raritas siempre, pero ver cómo te dicen que no aceptan mesas de “uno” en un restaurante… eso ya es el colmo, y más aun habiendo mesas vacías. Vamos, que no tenemos suficiente estando solas como para que encima venga él a recordarnos nuestros derechos; entre los cuales, está claro que no anda incluido el de “tienes derecho a una cena digna a pesar de estar sólo”, ah, pero el que parece que sí está incluido es… “eres tan triste que estás condenado a morir joven a causa de una alimentación de mierda” Y encima tú te quedas callada, agachas las orejas y sales de allí como alma en pena, que triste…  Mira, pues va a ser que a mí sí que me das pena, y mucha… 

-Fue un poco injusto, sí. Pero supongo que lo harán por el negocio, una mesa de cuatro ocupada por uno… cuestión de rentabilidad, ya sabes…

–Lo que más me  preocupa es que no quieras hacer nada al respecto.  

-Es que no sé qué quieres que haga.

–Muy fácil, dejar de ser una solterona.

– Ay de verdad, es que no sé ni por qué te escucho…

–Porque quiero salvarte la vida, quiero que vivas de una vez, quiero que seas tú. ¡QUIERO VIVIR  YO!

-Eso no depende de estar sola o acompañada…

–Claro que depende de eso…  Si no fuera por mí… ¿No ves que estamos vacías, que hemos dejado de ser nosotras mismas por culpa de esta situación? Qué tiempos aquellos…

-Deja de lamentarte… El vacío no siempre es malo.

–En este caso sí. Ay ay… que sé por dónde vas… no empieces con la historia esa del vaso, que me tienes hasta el moño de tus excusas… No lo hagas por favor… Ten piedad de esta pobre que está atrapada aquí dentro…  Vas a empezar…  No me salvo…

-Pues sí que empiezo con la historia, sí… Y así hasta que te entre en la cabeza. Un vaso no podría ser un vaso de no existir el vacío, que hace posible llenarlo. Cierto es que el vaso lleno es más atractivo, parece completo;  pero si sacamos de dentro el líquido sigue siendo un vaso, ¿no?  Vamos, ya sabemos que un vaso no necesita una bebida para ser vaso, porque lleno o vacío siempre será vaso… Y yo no soy una solterona, soy yo. Sola, sí, pero yo. ¿O es que llamarías a un vaso vacío “vasete” en vez de vaso?

–Eres cansina, de verdad… Tanto vaso y tanta… Si no lo quieres ver está claro que no lo verás, pero tener que aguantar esto… ¿No ves que hasta para darnos un baño en el mar necesitamos de la ayuda de desconocidos para que nos vigilen la bolsa en la orilla? Es incómodo vivir sólo todo el tiempo. Echo de menos a alguien aquí, alguien que…

-Sí, a alguien que me vigile la bolsa en la playa… Anda que…

–Era un ejemplo entre millones de los que podría ponerte, lista.

-Pues mira por donde, con todos los que tienes has ido a elegir el menos indicado. ¡Lista!

–Ahora en serio. Nos hundimos con todo el equipo…

-Quiero disfrutar un poco del día… ¿Me dejas?

–Y yo, pero antes quiero dar con la solución a nuestro problema. Sé cómo vamos a terminar, si es que lo veo…

-No sabía que tuviera una bola de cristal dentro… Sorpréndeme…

–Vamos a acabar comprándonos un muñeco bebé de esos que parecen reales y quedando a tomar café con las amigas para contarles con qué botón hace pipí y con cual dice mamá… Que lo veo… que te juro que nos veo entrando en la tienda…

-jajajjaja…  Que buenos ratos  me haces pasar…  Cada día estás más pirada…

–Con eso me quedo. Aunque se me ocurren finales peores, como terminar devoradas por nuestro gato…

-Si yo no tengo gato.

–Pero lo tendrás, créeme que a este paso lo tendrás…  Y bien grande, porque no tendrás nada mejor que hacer que alimentar a tu lindo gato…

-¡Ya lo tengo!

–¿La solución? Bueno, de algo ha servido… Yo que pensaba que no me escuchabas…

-No, el nombre que le pondré al gato. 

–No me jodas… No quiero saberlo.

-No te lo pensaba decir de todas formas… Y habla bien por favor..

(…)

-Bueno, parece que al final no ha ido mal el día. Mañana volvemos a casa…

–Claro y nos estarán esperando todos los muebles; ¡qué ganas que tengo de verlos! Seguro que nos han echado un montón de menos…  Y seguro que nos han preparado una fiestecilla sorpresa… Igual hasta bajan al garaje a recibirnos y todo…

-Un poquito menos de ironía, rica…  ¿Es posible?…  Te agradecería que por una vez dejaras de decir esas chorradas…

–Vale vale, pero oye…

-Dime.

–¿Esta es nuestra habitación del hotel?

-Sí, ¿por?

–Es que estaba pensando… que sin la cama dejaría de ser una habitación de hotel y pasaría a ser un cuarto vacío en un hotel;  y sí que tendría mucho de eso que llamas “vacío” imprescindible, pero no por eso seguiría siendo lo que es ahora. ¿Cambiaría mucho, no crees? Parece que en este caso, lo que le añadimos o  quitamos a la habitación sí que la transforma…

-¿Me dejas dormir?

–Sí, claro que te dejo, pero piensa en ello. ¿Vale?

-Lo haré.

–¡Mierda de metre! ¡Capullo pesetero!

-Habla bien…

CAMINOS – «POR 50 EUROS»

Posted in CAMINOS by AcontraA on 10 marzo, 2010

-Si te digo la verdad, me da pena.

-Ah… ¿sí? ¿Nos da pena?

-Si empezamos así paso de pensar…

-Vale vale, ya que estoy encerrada aquí dentro de ti y si no es contigo no hablo con nadie, supongo que no me queda más remedio que pedirle disculpas a su señoría por haber empleado ese tono y haber hablado en plural… ¡Tú mandas!

-Me da pena la situación.

-El otro día hablaban en el bar el amigo de Felix y Marta la del estanco, sobre el tío este… ¿Te acuerdas?

-¡Claro que me acuerdo! Si lo escuchaste tú, lo escuché yo.

-Bueno bueno, no siempre sucede así, hay veces que no recuerdas nada de lo que escuchamos y que no prestas atención a chismorreos. Con lo que a mí me gustan…  Si pusieras más atención no se te escaparía ni una… Piensa en lo bien que nos lo pasaríamos chismorreando… Todo el día, como dos cotillas hechas y derechas…  Que felices seríamos… Y seguro que hasta hacíamos amigos en el barrio…

-Sí sí, lo que tú digas, así estás tú de escuchar  semejante sarta de memeces;  prefiero centrarme en mis cosas que perder el tiempo con esas chorradas…

-Bueno, pues según decían… parece que él está bajo arresto domiciliario, y es por eso que siempre que baja al bar lo hace camuflado. No me gusta nada esa gorra verde que lleva, ¿has visto las gafas? ¡Vaya pintas! Si lo que quiere es no llamar la atención, no es que se lo curre mucho, debería ponerse un sombrero negro, algo así, ¿no crees? Algo más misterioso, más digno… Canta más que un cerdo en un gallinero.

-No se dice así…

-¿El qué?

-Nada.

-Vale, pues eso, que el tío es un hortera además de muchas otras cosas… Por cierto, ¿no tenías que comprar leche?

-No te metas con las personas de esa manera. A mí me da pena. Y deja ya de controlar lo que falta en la nevera, que de eso me encargo yo, ya lo que me faltaba, un pepito grillo de la compra…

-¿Pena?  ¿Pena un tío que le cobra a otro para que este pueda acostarse con su mujer? ¡Venga, por favor!

-Sí, me da pena porque una persona que es capaz de hacer algo así tiene que darme pena, no creo que sean felices de esa manera, seguro que algún día tuvieron sueños, como nosotras. Y mira como han acabado… Es muy triste.

-Bueno, si  nos ponemos así nos tendría que dar pena mucha gente, no se puede pensar de esa manera… A veces pienso que eres un poquito bastante tonta…

-¿Piensas? ¿Tú? No me hagas reír. Hay que pensar que a veces a las personas les tocan caminos difíciles, complicados, que no todos reaccionamos igual. Puede que ese hombre cogiera un camino un día, un camino equivocado y es posible que intentara regresar  al cruce, encontrándose con que este no existía y quedara para siempre atrapado en su camino equivocado…

-Vale, esto ya es demasiado… Vamos, que según tú todas las personas que actúan mal es porque quedaron atrapados en su camino sin retorno. ¿Es eso?

-Puede, sí. Aunque con eso no quiero decir que todos quisieran retroceder, pero estoy segura de que hay personas buenas atrapadas en caminos muy oscuros. No todo el mundo tiene tu suerte…

-¿Y no has pensado que muchos de ellos disfrutan en ese camino haciendo daño a los demás y que es fácil para ellos?, es posible que no quisieran volver nunca al cruce porque disfrutaban haciendo daño…

-Es lo que acabo de decirte, que no todos intentaron volver al cruce, pero la cara de ese hombre cogiendo el dinero me pareció que no era la cara de alguien que disfrutara con lo que estaba haciendo…

-¡¡Por el amor de Dios!! …¡¡¡ Eso no se puede hacer!!! Te encuentres en el camino que te encuentres… ¡Eso no se puede hacer!¡ ¡¡¡Que cobró para que otro subiera a acostarse con su mujer!!!

-Lo sé, no hace falta que me lo repitas constantemente, no soy gilipollas.

-Pues lo pareces. ¡Y un rato!

-¿A tu lado?, lo dudo…

-A ver, lista, ¿cómo vas a defender a un tío que hace eso? ¡Abogada de los capullos! A estas alturas pensaba que no me sorprenderías, pero vaya si lo has hecho…

-Puede que lo hablaran entre ellos, puede que él y su mujer pensaran que sería una solución a sus problemas y puede que ninguno de los dos disfrute con esto, no creo que nadie haga algo así si no es por una necesidad imperiosa… Simplemente pienso en su historia completa. Qué habrán hecho para tener que llegar ahí. Pienso en qué momento se torció su vida. Pienso en que hubo un día en que fueron niños, como lo fuimos nosotras… Y pienso que hay que estar muy hundido en la miseria para hacer algo así por cincuenta euros…¿No contestas? ¿Dónde te has ido? ¿Estás ahí? Parece que no.-  Me pregunto si la habré convencido o simplemente está pensando en cómo darle la vuelta a esto. A ver si he conseguido que se dé cuenta de que las personas no son buenas o malas, de que cada uno tenemos nuestra historia y recorremos nuestros caminos, que a veces son elegidos y otras impuestos. Que existen las personas malas, sí, pero también existen las personas atrapadas en caminos sin retorno. Y que no deberíamos   juzgar a nadie hasta conocer su historia.

-Estoy aquí, no digo que tengas razón, así que buena abogada no eres… Pero a partir de ahora intentaré no juzgar a nadie antes de conocer su historia…  Eso de los niños casi me convence. Creo que me estoy ablandando, será de estar aquí dentro…  ¡Baja a comprar leche, anda!

-Qué cruz.

-¡La mía!

-Que sí que sí, que lo que tú digas…

-¡Vale! Bajamos a por le….

-Ni se te ocurra terminar la frase.

-¡che!

 

«CAMINOS»

Posted in CAMINOS by AcontraA on 10 marzo, 2010

Cada relato de «CAMINOS» narrará en forma de diálogo interior casos reales con los que me he encontrado. Algunos serán duros y otros no, pero supongo que así es la realidad… ¿Por qué “caminos”?  Os dejo  la respuesta en el primer relato.